jueves, 27 de diciembre de 2012

Anastasia bajo el agua


¡Hola a todos! Mucho tiempo sin publicar nada y ya era hora de hacerlo. El proyecto de este mes consiste en tomar un título propuesto por otro compañero y desarrollar un relato a partir de él. Le agradezco a Maga Delin por el suyo.
¡Espero que os guste!

El rugido de la desesperada masa de espectadores llegó a sus oídos. Era un sonido que, aunque, en ocasiones, le arriesgaba a perder el sentido del oído cada vez que se acercaba demasiado a ellos, nunca se cansaba de él. Era como una droga de la cual necesitaba más y más:
-          ¡No os oigo!los alentaba más y éstos le respondían desgañitándose.

De pronto, con el rabillo del ojo, vio a su asistente en escenario acercándose con su guitarra acústica en mano. Él la tomó entre sus manos con sumo cuidado y se pasó la banda por detrás de su cabeza ajustándola a su pequeño cuerpo.

Un solo foco invadió el espacio que él ocupaba, quedando a oscuras todo lo demás. Todo a su alrededor quedó en silencio, sabían a qué se anticipaban y él sonrió al ver lo eficientes que eran sus fans con su lista de canciones.

Hizo vibrar las cuerdas de su guitarra, probando que ésta respondiese a su ruego y miró a su público. Sonrió con dulzura, antes de comenzar los primeros acordes de la canción más lenta y desgarradora de su discografía.

Sólo el sonido acústico de su guitarra llenaba el lugar, arrojando un eco lastimero que contagiaba a los espectadores. Pronto, su voz grave y rasgada la acompañó, entonando la letra de su más conocida canción, elevando la frecuencia en los tonos más desesperados y agravando la voz cuando la letra se volvía más oscura.

Sentado en un largo taburete, se enfrentaba él solo a aquella masa, la cual ni pestañeaba ante su imagen. Eran su voz y su guitarra sin arreglar, sin edulcorar, como la primera vez que se enfrentó a un directo ya muchos años atrás. Adoraba esa sensación y esa canción, por ello siempre se enfrentaba con ella sin nada que le asistiera en el escenario más que su micrófono y su más preciado instrumento.

Entonces el estribillo llegó y no pudo evitarlo, derramó unas lágrimas que nunca era capaz de mantener a raya. Echó la cabeza hacia atrás mientras tocaba el solo acústico sin su voz, pero no pudo evitar que las pantallas del escenario captasen aquellas repentinas lágrimas. El público también lloraba porque sabían lo que aquella canción significaba para él.

Él volvió a tomar el micrófono con una de sus manos y entonó el trágico estribillo que terminó de enmudecer la sala. Miró a todas partes donde había audiencia, podía ver rostros enjugados en lágrimas, rostros serios concentrados e incluso ojos cerrados en las primeras filas. Él también cerró los ojos mientras su voz llenaba el lugar, la sensación era increíble así.

Finalizó la canción dejando que su voz se explayara sin ayuda de instrumento alguno. Era consciente que era admirado por la potente fuerza de su voz y no decepcionaría a aquellos que allí le escuchaban.  

Los aplausos no se hicieron esperar. Empezaron más rezagados hasta que se convirtió en un estruendo uniforme y perfectamente acorde. Él sonrió y las lanzó un gran beso al aire mientras trataba de recuperarse de la emoción.

Aquella canción era su gran éxito, el motivo de su reconocimiento musical y fama. Pero por otro lado, era una canción que le provocaba un profundo pesar y deseaba cada día que se levantaba nunca haberla escrito.
Notó cómo volvía a sentir aquel ardor característico en los ojos que precedían a las lágrimas. Aquellas lágrimas nunca eran de emoción como otras veces, eran de simple y profunda desazón.

Lanzó un besó al aire mientras pensaba en ella, la mujer más importante de su vida y protagonista de aquella trágica canción: su madre.

Todas aquellas personas conocían la nefasta muerte de su madre, intentando salvarle de morir ahogado por un fuerte temporal en el mar. Pero nadie sabía nada acerca de lo que vivió a partir de ese momento, lo que él sufrió y en cómo le convirtió en la persona introvertida y paranoica que era.
Por eso, esa canción era para ella. “Anastasia bajo el agua”, su canción maldita, era el reflejo de todo el amor y la nostalgia que sentía cuando pensaba en ella y su cariño.
-         ¡Muchas gracias, Londres! Nos veremos dentro de quinientos años ¡Buenas noches!

Con su típica frase de despedida, provocando un gran revuelo entre el público, se marchó mientras lanzaba su camiseta al vacío y un largo beso que conmocionó a todos, dejando al resto de su banda despedirse con el habitual elenco de solos instrumentales que siempre regalaban a sus seguidores como traca final.

FIN. Ha sido realmente todo un reto escribir sobre este título. Desde el principio me pareció el título de una canción por esa forma tan escueta y extraña que tiene, así que opté por seguir ese camino. Me ha costado sudor y lágrimas poder hacer algo que me pareciera decente y lo que aquí publico me parece que está dentro de mis expectativas de publicación.

Esa frase de despedida la dijo un cantante de una orquesta que tocó en mi ciudad cuando era una niña y me llamó tanto la atención que decidí introducirla en el relato. Siempre me pareció de lo más curiosa.
Espero que os haya gustado. ¡Un besazo!

martes, 30 de octubre de 2012

Adictos A La Escritura: Los Dos Mundos


¡Hola a todos! Hacía mucho que no publicaba nada para el grupo, ya empezaba a echarlo de menos. Con motivo de la noche de Todos los Santos hemos elegido el tema de los Dos mundos, en el cual en el mundo de los muertos y de los vivos se mezclan. He elegido una leyenda muy conocida por Salamanca para darle un pequeño homenaje a esta tierra en la que llevo viviendo casi seis años.
¡Espero que sea de vuestro agrado!

LA CUEVA DE SALAMANCA

“Salamanca en la sombra”. Ese era el título que llevaría el nuevo trabajo fotográfico que acababan de mandarme. Por ello, tenía que desplazarme a la ciudad castellano y leonesa esa misma noche de Todos los Santos para poder entregarlo cuanto antes.

La noche había caído casi irremediablemente cuando por fin había terminado las instantáneas de la imponente catedral nueva, indistintamente de estilo gótico y barroco. Contemplé las fotos, entusiasmada. Era simplemente perfecta.

Antes de proseguir con el trabajo, repasé todo el itinerario que me habían encargado. Recordé que, simplemente, faltaba la cueva de Salamanca, una cripta de la antigua iglesia de san Cebrián donde se decía que el diablo, disfrazado de sacristán, impartía clases de magia a unos estudiantes privilegiados. Se decía que el marqués de Villena había podido escapar de allí, después de haber sido condenado a permanecer allí para siempre por no poder pagar las clases, pero que su sombra se quedó atrapada para siempre entre sus muros.

Pensé en esa leyenda y me provocó un escalofrío, pero ello no me impidió que continuase con mi trabajo. No era más que una leyenda que había nacido de las secretas clases que impartía un sacristán en ese lugar y que había tergiversado la verdadera historia. Así que me encaminé en su dirección hasta tener a la vista la solitaria plaza del Carvajal, lugar donde ya podía divisar la cripta.

Pude oír desde allí el sonido de la música que despedía uno de los pisos que había a los laterales. Pero una vez me alejé de aquel edificio, el ruido de mis pasos aislados eran mi única compañía. Intenté apresurarme para intentar apartar cuanto antes esa sensación de alerta que se había disparado en cuanto me sentí sola. Nada iba a pasarme por allí, no era una zona muy peligrosa.

Cuando por fin, había encontrado el lugar idóneo para instalar mi cámara, oí de pronto el sonido de unos pasos muy apresurados en mi dirección. El corazón se me desbocó y me quedé paralizada esperando a ver qué era lo que se avecinaba.

Pronto vi pasar una figura que venía corriendo desde la cueva, parecía huir de algo o estar en apuros. Cuando estaba más cerca de mí, pude observar que iba vestido de época, un disfraz muy poco usual para esa festividad. Incluso el alargado bigote que llevaba a juego me parecía excesivo para un simple disfraz. Sin embargo, pensé que era simplemente eso y me relajé.

Pero las alarmas se volvieron a disparar cuando el hombre cruzó bajo la luz anaranjada de una de las farolas y descubrí, para mi espanto, que ninguna sombra le seguía por la trayectoria que la luz le daba. Ese hombre no tenía sombra.

La impresión fue tal que no fui capaz de mantenerme al margen y grité con fuerza asustada, haciendo que aquel extraño hombre reparase en mi presencia por primera vez. Vi que volvía la cabeza en mi dirección y dejaba de correr cuesta arriba para comenzar a acercarse a mí.

Antes de que me diera tiempo a reaccionar y marcharme de allí, noté su mano sobre mi boca, obligándome a callar. Su mano estaba tan helada que me recorrió un escalofrío por la espalda. Sus ojos parecía que me atravesaban, sintiéndome de repente cansada y aterrorizada.

Entonces habló:
-          ¡Por favor, no gritéis! Si lo hacéis, me encontrará y me volverá a encerrar en la cueva.

Su voz era profunda, pero sin embargo era humana y tenía un acento que nunca había oído, parecía realmente antiguo.

Traté de colaborar con él y asentí haciéndole entender que haría lo que él me dijera. Él me quitó la mano de la boca y pareció volver a ponerse en alerta, dispuesto a correr otra vez. Entonces volvió a encararme y dijo:
-         Debo marcharme, no puedo dejar que el Sacristán me alcance. No me quedaré toda mi eternidad encerrado allí ¡Adiós!

Tras decir eso, iba a echar a correr otra vez, pero se tropezó con mi trípode ya colocado y provocó que el disparador se accionase automáticamente y el flash inundase el lugar. Cuando finalmente, todo se volvió oscuro, aquel extraño hombre de época había desaparecido.

Asustada por lo que había pasado, cogí todos mis bártulos y salí corriendo en dirección al hotel, como si fuera a mí a la que perseguían.

Cuando al final llegué al hotel, me sentí segura. Al calor de mi habitación, tomé con ansiedad la cámara y la encendí en busca de la última foto. Quería demostrarme a mí misma que había sido una ensoñación.

Pero no sabía cuán equivocada estaba. En ese momento no me di cuenta de que me había cruzado con el mismísimo Enrique de Aragón, marqués de Villena, quien se pasaría toda la eternidad huyendo de la cueva de Salamanca y que su sombra perdida en el intento de escapar de su destino había quedado para siempre plasmada en aquella última instantánea tomada por error, dejando constancia de ella como una extraña mancha que no podía eliminarse de ninguna manera en un muro de lo que quedaba de la cueva de Salamanca.


FIN. Espero que os haya gustado mucho. No sé si habré entendido bien la temática de este proyecto porque me costó mucho sacar algo parecido a esto. ¡Un besazo!

lunes, 25 de junio de 2012

Adictos a la escritura: Proyecto junio 2012: Juntos y revueltos


¡Hola a todos! Aquí vuelvo con un nuevo proyecto para Adictos a la escritura. Este consta de unir en un mismo relato a dos personajes al azar propuestos por los demás compañeros. A mí me ha tocado un escultor y una pulga.
¡Espero que lo disfrutéis!

LA PULGA ARTISTA

Era sin duda el mejor escultor de la época. Sus obras eran aclamadas por cientos de mecenas de toda Europa, ansiosos por gastar de forma estúpida todo el dinero que tenían en sus arcas y que, claramente, habían sustraído al pueblo de forma poco decorosa.

Mecenas de las cortes de Francia, Inglaterra, España, incluso la Iglesia, había estado interesados en encargarle tallas de diversas temáticas para las catedrales o palacios que comenzaban a erigirse. Todo el mundo lo idolatraba y alababan sus manos como si se tratasen del don más preciado entregado por dios.

Él, sin embargo, tenía sus dudas acerca de ese don y de ese dios del que hablaban. Sobre todo porque lo que le había transmitido aquel talento no se parecía demasiado a esa figura antropomórfica y poderosa descrita por la Biblia. Era más bien pequeña, casi invisible para sus ojos y muy molesta.

Sí, señores, le había picado una pulga. Pero no una pulga cualquiera, sino una artest pulgues, o en otras palabras “pulga artista”. Él no había sabido de su existencia hasta hacía unos cinco años que, después de su picadura, pasase de ser un simple jornalero al escultor más emblemático de los últimos tiempos.

Desde entonces, ella se había instalado en su piel y adoptaba un modus operandi característico. Cada picotazo en sus brazos implicaba que estos se movieran de forma automática y rápida sorprendiéndole hasta a sí mismo. Cuando, después de una nube de manos, las cuales sólo eran las suyas trabajando de un modo irreal, aparecía la escultura deseada, la contemplaba boquiabierto. Después de cinco años aún no se creía que una pulga fuera capaz de hacer algo así.

Podía ser muy inmoral e irónico que fuese el parásito de una pulga, pero no le importaba. Estaba encantado con el prestigio y el dinero ganado mientras ella satisfacía sus necesidades básicas con su sangre. Eran la pareja perfecta.

Sin embargo, un buen día, ocurrió el desastre.  Un día, sin dar aviso ni dejar una diminuta carta de despedida, su querida artest como la había bautizado, se había marchado. Estaba claro que no era pulga de un solo hombre.

Se sintió desmoralizado y de pronto asustado. Acaba de acordarse de que tenía que realizar una talla en mármol para un monarca y su nuevo palacio. ¿Cómo iba a hacerlo sin el trabajo de la pulga artista?

Pensó en primer lugar que esta no se había ido, quizá sólo estuviera durmiendo o paseándose por el pelaje del perro y, en cuanto la llamase, volvería. Así que empezó a llamarla por todos los lugares y dando saltitos por si acaso la pisaba. Cualquiera que hubiera pasado por allí, seguramente lo hubiera encontrado muy cómico. Pero para él nada era cómico, era el fin de su carrera, o más bien, de la carrera de la pulga.

Incluso colocó las manos sobre el material preparado para el trabajo sin hacer nada, esperando que la pulga entendiese que era hora de trabajar. Pero sólo se ganó una mirada perturbadora por parte de su ayudante. 

Pero nada, ni un simple picor esporádico en la pierna, nada que le diera la más mínima esperanza de que ella no se hubiera ido.

Desolado, se quedó mirando el mármol que tenía frente a él y entendió que ya nada había que esperar y que si no lo hacía él, nadie estaría ahí para hacerlo. Así que tomó el cincel y trató de recordar la manera en cómo sus manos se colocaban para trabajar.

Estuvo varios meses tratando de tomar práctica y golpeaba con fuerza el material sin saber realmente qué estaba haciendo. Ni siquiera recordaba qué era lo que le habían encargado. Estaba tan absorto en intentar aparentar ante sus ayudantes que sabía lo que hacía e intentar no hacerse más heridas con el cincel que ni siquiera pensó en lo que estaba haciendo.

Y así duró hasta que decidió que ya había destrozado lo suficiente el material y que el plazo que se había propuesto había terminado. Miró lo que había hecho y palideció. Era hombre muerto.

Observó la obra. Era rara, no tenía una forma definida, parecía una cara, pero a la vez parecía algo totalmente distinto. Era amorfa y en nada se parecía a las obras anteriores. Seguramente lo mejor que podría pasarle cuando el monarca llegase sería que le matase tirándole esa aberración a la cabeza.

Pero llegó el día de la presentación y su “obra” se encontraba en medio de uno de los salones de verano principales del palacio tapada con una sábana blanca. Toda la corte del reino y el propio monarca con su consorte al lado se encontraban expectantes por lo que se iban a encontrar. El escultor tragó saliva y retiró la sábana mostrando a todos los presentes lo que había hecho.

Recibió un profundo ¡oh! que no fue capaz de identificar como una exclamación de sorpresa o de horror. Pasaron unos estresantes segundos antes de que oyera unos aplausos entusiastas y vítores colectivos.
“¡Qué volumen, qué formas más novedosas!”, oyó por el lado derecho de la sala. “Estamos ante un nuevo estilo jamás antes visto”, oyó esta vez una exclamación de entusiasmo por otro lado.

El escultor no se lo podía creer y contemplaba totalmente estupefacto a las personas que se acercaban a ver más de cerca esa nueva obra pionera en la historia. Algunos hasta la catalogaban como el comienzo de una nueva era de estilos artísticos. Incluso el rey le había felicitado y le había prometido pagarle más de lo que anteriormente habían pactado.

Sin embargo él no sabía qué pensar. Simplemente se quedó mirando esa obra tan “novedosa” y pensó en su pulga artista. Estaba claro el dicho de “cría fama y échate a dormir”. Ahora sí que no la volvería a necesitar. Aunque de pronto le picaba un brazo…

FIN. Espero que os haya gustado mucho. Obviamente el nombre "científico" que le he puesto a la pulga es inventado y no tiene nada que ver con el latín.
¡Un besazo!

lunes, 28 de mayo de 2012

Adictos a la escritura: La doble imagen


¡Hola! Aquí estoy un mes más con un nuevo proyecto de Adictos a la escritura, denominado la doble imagen. La imagen se encuentra al final del texto. Espero que lo disfrutéis. ¡A leer!
Os dejo aquí el enlace con el relato de mi compañera Nikta para que también lo disfrutéis.
FASCINACIÓN

La niebla era tan densa que apenas podía ver más allá de mis narices. Tenía mucho frío y sentía en lo más profundo no haber hecho caso a mi madre de abrigarme antes de coger la moto.

Pero la cabezonería característica de mi carácter me impedía presentarme a la fiesta con un gordo abrigo que estropease mi modelito o con unos pantalones, eso sí que no. Tenía que aparecer radiante. Con lo cual, no me quedó más remedio que sentir cómo, al introducirme en el paraje nublado, el intenso frío me golpeaba en los brazos y en las piernas.

El frío era latente y la escasa visibilidad lo era aún más. Tenía que ir con cuidado. Odiaba cuando las mejores fiestas se organizaban en el pueblo del otro lado del bosque, siempre era yo la única que iba por ese camino.

Entorné los ojos como si así pudiese vislumbrar algo más que los árboles más próximos cuando, de pronto, vi una luz a lo lejos. Una luz que no era capaz de reconocer. ¿Sería un coche?

De manera inconsciente, fui aminorando la marcha. No parecía un coche en marcha, pero aún así no me sentía segura. Siempre pasaban cosas muy extrañas en esa carretera y no quería que me pasase nada.

Pronto aquella luz fue materializándose en lo que parecía un templo medieval y lo miré confusa, ¿desde cuándo eso estaba allí? A medida que me iba acercando podía apreciar sus formas, pude ver despuntar por encima de él una cruz cristiana y cómo su interior despedía una luz que envolvía el ambiente.

No pude evitar aparcar del todo mi moto y quitarme el casco con rapidez para poder apreciar aquel espectáculo que se había presentado frente a mí. No sabía qué pensar ni qué opinar con respecto a aquello. ¿Dónde estaba? ¿Me había equivocado de camino?

Sin embargo, todas esas preguntas quedaron a un lado, incapaz de pensar en otra cosa que no fuera lo bello y espectacular que era aquel templo. Aunque no sabía si denominarlo así porque realmente no sabía lo que era.

Me acerqué con tiento, sin atreverme a hacer algo más. Me sentía extrañamente atraída por ese ambiente, me producía una sensación muy cálida y excitante. ¿Qué habría ahí dentro?

No podía evitar dejar volar la imaginación con cientos de situaciones inverosímiles. Algo sobrenatural tenía que haber ahí, algo fuera de toda lógica. No había otra explicación.

Mi mente era más rápida que yo. Evocaba imágenes y situaciones de diferente tipo, ¿qué habría allí? ¿Vampiros, ángeles, extraterrestres? Noté cómo el corazón aumentaba la fuerza de sus latidos casi hiriéndome en el pecho y cómo mi respiración se paralizaba por la ansiedad. Ni siquiera recordaba que tenía que expulsar el aire, ni siquiera lo sentía. Sólo observaba aquella aparición como si no hubiera nada más. 

Mis piernas temblaban y mis dientes castañeaban de frío, pero no me movía de allí. Sentía cómo si aquel lugar me atrayese de una forma arrolladora.

Di un paso en su dirección y casi enseguida mi otro pie secundó al primero, necesitaba saber qué estaba pasando allí dentro, necesitaba saberlo. Comencé a caminar con sigilo, pero sin pausa, el pequeño templo cada vez estaba más cerca y podía distinguir las formas de sus estrechas columnas y el color claro de sus paredes, era realmente precioso, aunque sin duda estaba un poco descuidado al ver a la vegetación caminar sobre él sin que nada se lo impidiera.

Pero cuando ya estaba casi surcando la puerta, oí risas y me quedé paralizada. Eran risas, sí, pero risas normales, de personas tan normales como yo. Con más miedo que antes, me acerqué hasta la entrada y espié desde una posición donde consideré que nadie podía verme y lo que vi, me dejó de piedra.

Eran un grupo de adolescentes, un simple y decepcionante grupo de adolescentes. Pero hacían cosas muy raras alrededor de una gran linterna que iluminaba toda la instancia, hacían demasiados aspavientos y se reían de una forma muy histérica, ¿qué les pasaba?

Bajé la vista en dirección a lo que uno de los chicos tenía en la mano, era un cigarro. De repente un olor dulzón y envolvente llegó a mi olfato y descubrí lo que pasaba allí. Esos niñatos estaban fumando porros en ese templo abandonado. ¡Estaban ahí fumando porros unos críos!

Sin pensarlo ni un segundo, me alejé de allí corriendo antes de que ellos se percatasen de mi presencia. Seguro que en ese estado podían llegar a ser peligrosos y no quería correr el riesgo.

Me monté en mi vehículo y arranqué con rapidez. Cuando pasé por delante de ellos, vi que el grupo se volvía en mi dirección y saludaba con la mano de forma boba e ilusionada.

No pude evitar sentirme idiota ante lo que había pensado antes, ¿en qué momento se me había ocurrido que allí podría haber algo fuera de lo normal? Tenía que dejar de ver tantas series fantásticas porque me estaban afectando a la cabeza.

Así que, enfadada conmigo misma y con mis delirios, aceleré tratando de dejar el bosque de una buena vez y llegar a la fiesta.

FIN
Reconozco que me ha quedado un poco extraño, pero no sé, la imagen me resultó un tanto peleona y no sabía muy bien qué final darle para que fuera un poquito original. Espero que haya sido de vuestro gusto. ¡Un beso a todos!

lunes, 14 de mayo de 2012

La historia enlazada


¡Hola a todos! Aquí subo mi aportación a la historia enlazada en la que participo por segunda vez en la segunda vuelta. Espero que os guste.

Almas caóticas:

Aura y Kaal habían formado parte de su vida desde que tenía memoria. Habían nacido y crecido en el mismo pueblo y el hecho de tener la misma edad había contribuido bastante a ese hecho. Desde que escaparon de su pueblo, los tres se habían quedado solos y no concebía la idea de perderlos a ninguno de los dos.

Por eso, cuando Eric vio aparecer a Aura después de tantos días sin saber de su paradero, sintió un vuelco al corazón de puro alivio y alegría. Sin pensarlo ni un momento, corrió hacia ella y la abrazó con fuerza, estrechándola contra su pecho. Notó cómo ella le correspondía con efusividad y sintió en lo más profundo de su ser no haber estado a su lado cuando estuvo inconsciente.

Pero pronto notó cómo ella se desprendía de sus brazos y corría a reunirse con Val. No pudo evitar sentirse un poco idiota, ahí plantado mirando como su amiga se alejaba de él, así que optó por marcharse y fingir que nada había pasado por su cabeza.

Aura, mientras tanto, estaba radiante de felicidad al poder por fin abrazar a Val, había pasado mucho miedo y pensaba que no le volvería a ver más. Pero su encuentro con él ni fue ni mucho menos tan efusivo como con Eric. Este parecía ausente y su abrazo era realmente distante, sólo se alegró de haberla vuelto a ver y luego les indicó a ella y al grupo que les acompañara. No pudo evitar entristecerse, había deseado con todas sus fuerzas volver a estar con él, ¿y ese era su recibimiento? ¿Acaso ella estaba equivocada y había interpretado mal las señales que pensaba que Val le mandaba?
-         ¡Aura no te quedes ahí parada!oyó de pronto la voz de Elidi mientras tiraba de su brazo para que se moviese.

Ella entonces la siguió sorprendida por la brusquedad con la que hacía avanzar, ¿qué le pasaría? Durante el camino parecía mucho más animada ante la idea de reencontrarse con los demás, pero ahora tenía los labios fruncidos y parecía tremendamente disgustada. No pudo evitar preguntar:
-          ¿Elidi?al ver que la chica se daba la vuelta para encararla y el gesto que le dedicaba no era muy amistoso, dudó si continuar hablando, ¿es… estás bien?
-          ¡Por supuesto que sí!contestó ella, aunque claramente no era así, sólo estoy algo cansada y los demás también. Aunque no parezca importar mucho mientras tú estés bien.

Tras decir lo que realmente estaba pensando, soltó a Aura y siguió caminando siguiendo a Val junto a los gemelos que ahora no se separaban de ella. Aura se quedó en silencio, sin saber qué hacer. No comprendía nada, ni la frialdad de Val, ni el repentino enfado de Elidi y Eric… ¿Dónde estaba Eric? Dio una vuelta completa sobre sí misma y no le halló por ningún lado. ¿Cuándo se había marchado de su lado?
Se vio en un momento sola y tuvo que echar a correr detrás de sus compañeros para no perderlos de vista.


El mal humor de Eric, sin embargo, no disminuyó y no entendía por qué. Se sentía mal sin tener motivos para ello y, como siempre que estaba de mal humor, estaba sentado apartado del grupo mirando a la nada con el entrecejo fruncido. No podía evitar sentirse estúpido por esos sentimientos que no comprendía, Aura era su amiga, ¿por qué tenía que molestarse porque se alegrase de ver a otro hombre? ¿Por qué sintió cuando ella se apartó de sus brazos para abrazar a Val como si algo dentro de él hubiera sido arrancado de la peor manera? Estaba muy confuso y sentía ganas de salir corriendo. Mientras su cabeza se volvía un hervidero de confusión, Eric volvió la vista hacia el cielo. La luna en cuarto creciente le saludaba rodeada de estrellas, imperturbables, como si no les afectase nada de lo que estaba ocurriendo bajo ellas. Ya estaban en el lugar donde despertaría la tercera bestia y todo lo que Val había dicho se había cumplido, ¿por qué no aparecía?

“Estás perdiendo el tiempo”, una voz de pronto le habló en el fondo de su mente, sobresaltándole. ¿Había sido un pensamiento?, “¿No te das cuenta que no es verdad nada de lo que te dicen?”. “Además, por más que trates de que Aura te mire, no lo hará. No eres nadie para ella, eres estúpido”.

Eric se sorprendió ante ese último pensamiento, le parecía muy ajeno a él, pero a la vez tan propio que se sentía confuso. ¿Así era como se sentía?
“Pero no es culpa tuya, la culpa es de Val, él es quien te quita el cariño de Aura. Si él no estuviera, ella te querría a ti, ¿verdad?”
¿Era verdad? Siempre se había sentido pequeño ante la admirada figura de su líder, pero él también era importante, había vencido a la Bestia de la Epidemia.

“Deberías acabar con todo esto, Aura y tú no necesitáis a nadie más. Deberíais iros y vosotros podréis vencer a Luzbel. Ya habéis vencido a dos Bestias, ¿por qué no podríais con los demás?”.
¿Irse? ¿De verdad estaba pensado en irse? Sin darse cuenta se vio fantaseando con esa idea, Aura y él solos luchando codo con codo contra los esbirros de Luzbel, sin que nadie se interpusiera entre ellos. 

Sonrió ante aquella imagen que cruzó su mente, quería que las cosas fueran así y sabía lo que tenía que hacer.

Muy seguro de sí mismo y envalentonado, se levantó y volvió al campamento perdiéndose en la oscuridad, pero el reflejo de su espada siendo desenvainada a la luz de la luna brilló por todo el bosque.


Mientras, en el campamento, otros problemas se estaban desencadenando. Lo que en un principio parecía un simple enfado sin importancia, a Elidi se le fue de las manos. Ni siquiera pudo disfrutar de un rato a solas con Kaal. Ambos se habían encontrado tras el momento de efusividad del grupo hacia Aura y había sido reconfortante para ella que él fuese el único que se alegrase por volverla a ver.

Pero su encuentro no fue tan efusivo como el de Aura y Eric. Aún apenas se conocían bien y recién ambos estaban descubriendo sus sentimientos, aunque el otro los desconociese. Se sentían muy torpes actuando. Simplemente Elidi le sonrió y le presentó a los gemelos, durante el viaje se había encomendado a la tarea de protegerles y se habían unido mucho.

Después de ello, siguieron a Val hasta el campamento improvisado que habían levantado en espera del despertar de la bestia. Pero este seguía ausente y al rato desapareció dejándoles más confusos de lo que ya estaban. Elever y Laela se habían acomodado al lado de ellos y habían comenzado a hablar sobre la bestia que despertarían de un momento a otro. Elidi estaba molesta. Primero los ignoran y ahora tenía que esperar por algo que nadie parecía estar seguro de cómo aparecería. No podía evitar que su desconfianza aumentara a medida que pasaba más tiempo allí sin hacer nada.

“¿Por qué insistes en permanecer al lado de quien no le importas?, de pronto ese pensamiento rondó su cabeza. Al contrario que Eric, ella no se inmutó, llevaba mucho tiempo pensando en lo absurdo de su campaña y aquel pensamiento sólo le daba razón, “Si no hubiera sido por Aura, nadie os hubiera extrañado, ¿por qué persigues una campaña que sólo pone en peligro a ti, a Kaal y a los gemelos?”

Ese último pensamiento sólo la hizo irritarse aún más. Era cierto, sólo perdían el tiempo, se ponían en peligro y nadie reparaba en ellos. Val parecía saber más de lo que quería contarles, a Eric sólo le preocupaba Aura y Elever y Laela también parecían ocultarles cosas, Aura…

“Aura es débil y lo sabes. Es la guardiana de las joyas de las bestias porque tiene el favor de Val, no porque ella lo merezca. Lo sabes, no debes proteger a alguien que sólo es una carga”. “Deberíais olvidar esta empresa y salvar la vida, que sean ellos los que mueran”.

Se estremeció por este último pensamiento, ¿de verdad pensaba eso? Sin embargo, no pudo evitar sentirse de acuerdo ante los últimos acontecimientos de su vida. Aura había sido una carga y si no hubiera sido por ella, hubiera muerto. ¿Acaso eso no importaba?

Pero de pronto, sus pensamientos fueron interrumpidos por la aparición repentina de Eric. Estaba muy raro, caminaba como obcecado en algo y llevaba la espada en posición de defensa. Kaal también se había percatado del comportamiento de su amigo y se levantó corriendo a bloquearle el paso.

No comprendía qué le ocurría, estaba como ido, demasiado enfadado como para ser él e iba armado. Eso no podía acabar bien. Kaal se interpuso en su camino y le agarró del brazo con fuerza cuando vio que Eric estaba dispuesto a atacarle:
-          ¿Qué te pasa? ¿Estás loco?le preguntó alterado.
-         ¡Apártate de mi camino!contestó Eric fuera de sí. Aura y yo nos vamos y nadie se interpondrá en nuestro camino.

Ante aquella respuesta tan fuera de lugar, Kaal se quedó muy sorprendido y bajó la guardia. Eric le golpeó con la empuñadura y lo apartó de su camino. Buscaba a Aura, cuando la encontrase, ambos se marcharían y si alguien se interponía, sufriría bajo el filo de su espada.

“Ellos sólo quieren impedir que seas feliz, Aura te espera para que os vayáis. No dejes que te detengan”, sus pensamientos estaban desatados, no había manera de contenerlos.

De pronto, unos fuertes brazos rodearon sus hombros obligándole a detenerse. Se dio la vuelta y se encontró con Kaal y sus ojos verdes brillando de furia. Antes de que pudiese hacer nada, recibió un puñetazo en la cara que le dejó tambaleando y por el que soltó la espada:
-          No sé qué te pasa, pero no permitiré que hagas daño a nadie. ¿Acaso eres idiota? ¿Quieres arruinar todo?

“Siempre te está llamando idiota, siempre te está atacando. ¿Vas a permitir que siga así?”

Furioso, Eric se irguió y corrió en dirección a su amigo para devolverle el golpe. Pero algo se interpuso entre ellos, la figura de Elidi medió entre los dos muy seria y también furiosa:
-          ¡No permitiré que hagas daño a Kaal! ¡Estoy harta de vosotros! Aura no se irá contigo a ninguna parte, eres un idiota. Estoy harta de que sólo os importe ella.
-          ¡Apártate de mi camino!gritó Eric conteniendo las ganas de atacarla a ella también.

Pero Elidi no sólo no se apartó, sino que además le golpeó con fuerza en la cara. Esperaban que así el chico recuperase la razón, pero más lejos de realidad no podía estar. Parecía haberse enfurecido más al empujarla a un lado para quedar enfrente de Kaal.

Este también le miraba. No sabía por qué estaba tan enfadado, pero ya comenzaba a estar harto de sus continuas estupideces.
“¿Cómo puedes ser amigo de alguien que siempre te está menospreciando y que pierde el control de esa manera?” “Deberías ponerle en su sitio de una vez”.

Esas palabras habían sonado con fuerza en su cabeza, dándole la razón a todo lo que estaba pensando. Aunque era su amigo desde que tenía memoria, Eric siempre le había dado problemas, era demasiado inseguro y ello le hacía perder el control. Siempre siguiendo a Aura a pesar de que ella nunca le prestase atención. Era tan estúpido, no le soportaba…

Eso, no le soportas, le odias, si estáis juntos es porque os criasteis juntos, no porque tú lo consideres tu amigo. ¡Golpéale otra vez! ¡Demuéstrale cuán poco le soportas!”
Y le hizo caso. Volvió a pegar a su amigo y éste no se quedo quieto porque le devolvió el puñetazo. La pelea había comenzado y Elidi se había unido a ellos sin intentar separarles. Todo se volvió un caos.
Laela estaba horrorizada, por más que trataba calmarles con el poder su mente, era imposible. Estaban fuera de sí, algo estaba interponiéndose en su labor y esos ataques de furia no provenían de ellos. Miró a Elever y él lo comprendió. Necesitaban a Val y a Aura.


Apartado en una zona segura, una figura encorvada contemplaba la situación con una sonrisa sesgada cruzando su rostro. Los humanos eran débiles, sólo había necesitado azuzar sus sentimientos más ocultos para provocar el caos. Él sabía lo que les atormentaba y sabía cómo jugar con ello para que todo siguiera su camino. La Bestia de la Destrucción no podía despertar por sí sola, necesitaba un aliciente. Un aliciente de caos que, unido a la fase de la luna, provocase su despertar más destructivo. Podía sentir cómo el suelo temblaba bajo sus pies. Su misión había sido un éxito. Ya nada podría detener el caos que provocaría el poder de la Bestia.


Ajeno a todo aquello, Val se encontraba solo, reflexionando. Todo estaba dispuesto para el despertar la Bestia, ¿por qué no ocurría nada? ¿Se habrían equivocado?
Contemplando la luna, no pudo evitar que sus pensamientos más importantes fuesen desplazados por otros que le estaban atormentando más. Aura. Su recibimiento hacia ella había sido frío y sabía que a ella la habría confundido, pero no lo pudo evitar. Le preocupaba el hecho de que una preferencia de ella hacia su persona desencadenase el distanciamiento de Eric. Conocía sus sentimientos y sabía lo inestable que era, era un buen muchacho, pero era inseguro, necesitaba tener a Aura. Aunque le doliese reconocerlo, no podía romper ese lazo.

Por otro lado, estaba el recuerdo de Atanasia. Ella ha sido la mujer más importante de su vida y la habían utilizado contra él, era una guerra donde todo valía y no pensaba permitir que utilizasen a Aura en su contra. No podría soportarlo…
-         Val…oyó de pronto la inconfundible dulce voz de la mujer de la que huía.

Se dio la vuelta y la encontró frente a él, no muy segura de si acercarse o no. Él simplemente la miró y la invitó a acompañarle. Puede que hubiera pensado que lo mejor era distanciarse por su seguridad, pero no era piedra, ni mucho menos.

Ella aceptó la invitación y tímidamente se sentó a su lado sin decir nada. Ambos se quedaron mirando la luna en cuarto creciente, no hacía falta que nadie hablase, todo estaba en perfecta armonía. Aura sentía que nada podía ser más perfecto, nada podía estropearlo. Inconscientemente, dejó caer su cabeza sobre el hombro de Val y ambos se quedaron como en una burbuja de intimidad en perfecta sintonía.

Pero en aquel mundo, nada podría ser perfecto o simplemente feliz. Al momento, oyeron los pasos torpes pero apresurados de Elever. Ambos se dieron la vuelta y se encontraron al jadeante viejo, que parecía haber corrido más que en toda su vida, parecía tan alterado que ambos se levantaron de golpe, preocupados.
-          ¡Tenéis que volver, Val!comenzó a hablar cuando logró recuperar el aliento. Se han vuelto locos… ¡Eric se ha vuelto loco y ha atacado a Kaal! ¡Elidi también está fuera de sí! No somos capaces de controlarles.
-         ¿Pero no podéis detenerles?preguntó Val alterado.
-          Laela no puede entrar en sus mentes, algo parece bloquear sus intentos. Tenéis que volver. No sé cómo puede acabar esto.

Ambos se miraron asustados. ¿Qué había pasado? Pero no pudieron dar ni un paso cuando de repente, el suelo dio una enorme sacudida que les hizo precipitarse contra el suelo. Se oyó a lo lejos un gran alarido desgarrador que les provocó un escalofrío cruzando su espalda, era como un alarido de una enorme bestia. Val palideció ante la verdad. La Bestia de la Destrucción había despertado y en el peor momento en que podría haberlo hecho.

Tomó a Aura del brazo y miró a Elever, que también había llegado a la misma conclusión. Esa bestia era la más destructiva de todas y les había pillado con la guardia baja y en medio de un completo caos. Sólo había una cosa que podían hacer en ese momento para poder salvar la vida:
-          ¡Corred!gritó Val con fuerza a la vez que él emprendía el camino al campamento a toda velocidad. 

FIN. Espero que os haya gustado. Yo la verdad es que he pasado sudor y lágrimas con esta parte. Tengo una extraña manía de unirme a un montón de proyectos cuando tengo más exámenes o, peor, en plena época de exámenes, que es el caso. No estaba muy segura de lo que he escrito, pero algo satisfecha sí que he quedado. La mente humana es algo compleja y puede llegar a tener pensamientos muy negativos que nunca imaginaríamos que tendríamos y que hasta asustan. ¡Un beso a todos!