¡Hola! Aquí estoy de nuevo con un proyecto de Adictos llamado "El Desafío", consiste en escribir un relato a partir de un párrafo breve escrito por un compañero, que hará lo propio con el propuesto por mí. A mí me corresponde el de Ellora James que destacaré con comillas para que lo diferenciéis
He decidido probar suerte con el género policiaco por primera; va a ser
todo un reto y espero que no salga del todo desastroso. ¡Un beso!
EL REGRESO
“Sara sintió una mano sobre el hombro y volteó con brusquedad. La
calle estaba oscura, faltaban varios metros para encontrarse al fin bajo el aro
de luz del único farol encendido.
El hombre que la había detenido era alto, mucho más que ella. Sus hombros anchos no le permitían ver más allá de él. Llevaba una capucha en la cabeza y su rostro estaba sumido en las sombras. Pero Sara no necesitó verlo dos veces para reconocer al mismo hombre que había descubierto observándola horas atrás, en el estacionamiento del mercado.”
El hombre que la había detenido era alto, mucho más que ella. Sus hombros anchos no le permitían ver más allá de él. Llevaba una capucha en la cabeza y su rostro estaba sumido en las sombras. Pero Sara no necesitó verlo dos veces para reconocer al mismo hombre que había descubierto observándola horas atrás, en el estacionamiento del mercado.”
Sara se encogió ante el terror de lo que hubiera de acontecer a
continuación; el corazón le latía desbocado y le parecía que retumbaba su
sonido por todo el callejón, la respiración se le atascó en la garganta y,
paralizada, lo único que pudo hacer fue esperar a lo que vendría después.
A la mañana siguiente, el callejón de la Travesía de Panaderos era un
hervidero de actividad. Desde que habían recibido a primera hora de la mañana
la llamada de una histérica vecina, no habían parado de trabajar. Policías de
la científica se encontraban examinando el cuerpo sin vida de una mujer tirada
en medio de la vía mientras fotografiaban todo el entorno y se esperaba por la
llegada del juez de guardia, que en cualquier momento se produciría.
El inspector Sánchez había llegado al lugar de los hechos hacía unos
pocos minutos con la corbata torcida y el café en la mano a medio terminar. Le
habían sacado de la cama de su día libre y apenas tuvo tiempo de adecentarse de
forma adecuada, pero aquello lo valía.
Se acercó a la escena del crimen mientras se colocaba los guantes y
bolsas para los zapatos para no contaminar nada. Estaba nervioso por lo que iba
a encontrarse y tenía motivos más que suficientes para ello.
Vio al comisario
allí escuchando lo que el jefe criminalista le estaba diciendo con el semblante
serio y un poco aterrorizado; decidió superar la distancia que le separaba de
ellos lo más deprisa posible.
- —Jefe—saludó a su superior con un gesto
austero, no queriendo alargar lo inevitable.
- —Sara Lucas, de 26 años. Una vecina la
encontró aquí cuando caminaba en dirección al supermercado a la vuelta de la
esquina—su superior le puso al tanto de lo poco que sabían en ese momento.
El inspector la examinó
de los pies a la cabeza. Estaba tirada en el suelo de costado con sus ojos sin
vida vueltos en su dirección, había sido golpeada con mucha dureza y la camisa
blanca estaba empapada de su propia sangre.
- —Parece ser que recibió cuatro puñaladas
en el abdomen y el pecho. El responsable de todo esto le introdujo un pañuelo
de papel en la boca y así pudo evitar que pudiera gritar. Ya se han encargado
de ello los de la científica—prosiguió.
Pero el joven inspector
le escuchaba a duras penas; en su lugar, su atención fue robada por un pequeño
detalle que captó su atención. Se agachó mientras a lo lejos seguía escuchando
la monótona voz de su superior y pasó una mano por la solapa de la americana
negra que llevaba la chica. Arrastró la tela para separarla del suelo y se
encontró con una pequeña rosa roja de plástico prendida del ojal superior de la
prenda. Sus ojos se abrieron horrorizados, pero no tuvo tiempo de terminar de
sacar conclusiones, cuando escuchó el cambio de tono del comisario:
- —Hay algo más—dijo finalmente instándole
a levantarse y acompañarle.
El inspector Sánchez se
levantó, aún conmocionado con lo que había visto, pero le siguió. Trató de
convencerse a sí mismo que no podía ser y que todo aquello era un malentendido
y una simple coincidencia, pero todo ello quedó en vano cuando vio lo que querían
mostrarle y palideció del todo.
Un poco más allá de la
escena del crimen había un mensaje en una de las paredes escrito con grandes letras
negras, en ellas rezaba: “Sigo observándote”; junto a ellas, una rosa dibujada
de forma apresurada, pero que era fácilmente identificable.
- —¿Qué le ocurre, Sánchez?—preguntó el
comisario al ver tan afectado- ¿le recuerda a algo todo esto?
No contestó.
Simplemente se quedó paralizado sin despegar la vista de aquel mensaje maldito
que destapaba todos sus peores temores y recuerdos del pasado. Claro que lo
recordaba, ¿cómo iba a olvidar el caso del asesino de la rosa?, ¿cómo olvidar
cómo apuñalaba con tal ensañamiento a sus víctimas y las abandonaba con una
rosa prendida en su ropa como tarjeta de presentación?
Entonces los recuerdos
que tanto había querido dejar atrás cuando pidió el traslado de destino
volvieron a él de forma devastadora: el largo proceso de investigación y la
posterior detención de un hombre que él sospechaba que no era el verdadero
asesino, su lucha incansable porque se reabriera el caso y la obsesión que le
despertó aquel enigma que provocó que toda su vida se fuera al garete.
El asesinato de Sara
Lucas demostraba mucho más de lo que sus compañeros sabían; no sólo que el
asesino de la rosa aún andaba suelto, sino que además sabía que él se
encontraba allí. Aquello sólo había sido una forma de darle la bienvenida a su
reencuentro en los infiernos.
FIN. Espero que os haya
gustado mucho. ¡Un besazo y nos leemos!