domingo, 25 de marzo de 2012

Proyecto Adictos a la escritura: La Frase

Bueno chicos, creo que la inspiración ha visitado mi casita y he podido dar forma a la frase que me ha tocado para este proyecto. La frase fue: "Escondiéndose entre las sombras miró en su dirección, una sonrisa sesgada cruzó su rostro anticipándose a lo que estaba por venir". Espero que os guste.

ESCONDITE
Era verano y hacía calor, sin embargo la llegada de la noche lo aliviaba en cierta manera, aunque no del todo. Pero él no sentía calor, ni siquiera el alivio de dejar de sentirlo. Estaba muy tenso, sus manos cerradas en puños le dolían por la fuerza en la que sus dedos se envolvían sobre sus palmas y las uñas más largas se le clavaban en la piel. Su espalda estaba tan recta y estirada que le comenzaban a doler los lumbares por el esfuerzo de tanto tiempo en esa postura. Pero tenía que permanecer allí, no podía ser visto bajo ningún concepto.

A su alrededor no se oía nada, ni siquiera las voces de los vecinos del pueblo que se sentaban por las noches al fresco a hablar de los cotilleos del día, estaban todo demasiado lejos de él como para oírlo o ser oído. Era el entorno perfecto para que todos sus planes fuesen perfectos. Nada podía salir mal porque si no, sería atrapado y todo el tiempo que había estado allí escondido habría sido en vano.
De pronto, oyó unos pasos que se alejaban de su escondrijo cada vez más. Alguien se estaba alejando de allí, tenía que saber de quién se trataba. Escondiéndose entre las sombras miró en su dirección, una sonrisa sesgada cruzó su rostro anticipándose a lo que estaba por venir. Había llegado el momento de la diversión. Era en ese momento o nunca.

Entonces salió de entre las sombras de su buen escondite sin hacer ruido y, cuando vio que estaba fuera de peligro, echó a correr como nunca antes lo había hecho. Pronto oyó pasos apresurados a su espalda, le había oído, tenía que correr todavía más, no podía ser alcanzado.
Corrió y corrió. Le daba la sensación de que el otro corría mucho más rápido. Notó que le faltaba el aire y que las piernas le fallaban por momentos, no tenía que haber estado de pie tanto rato. Pero el lugar de destino estaba cada vez más cerca. Él empezó a estirar el brazo para que le quedara menos distancia que recorrer. Por fin tocó la superficie lisa de la iglesia de su pueblo y dijo en voz muy alta:
¡Salvado!

Orgulloso por su hazaña, volvió la vista atrás para encontrarse con la mirada abatida de su amigo, pronto le oyó quejarse como hacía siempre:
Jo, siempre encuentras los mejores lugares para esconderte y siempre corres más que yo.

Él le vio doblarse hasta alcanzar sus rodillas y resoplar por la falta de aliento que le había supuesto la carrera. No pudo más que tocarle la cabeza con camaradería y decirle orgulloso de sí mismo:
-          Te dije que no tenía rival jugando al Escondite, amigo. Ahora sabes que no miento.

Espero que lo hayáis disfrutado. ¡Nos leemos!