lunes, 25 de junio de 2012

Adictos a la escritura: Proyecto junio 2012: Juntos y revueltos


¡Hola a todos! Aquí vuelvo con un nuevo proyecto para Adictos a la escritura. Este consta de unir en un mismo relato a dos personajes al azar propuestos por los demás compañeros. A mí me ha tocado un escultor y una pulga.
¡Espero que lo disfrutéis!

LA PULGA ARTISTA

Era sin duda el mejor escultor de la época. Sus obras eran aclamadas por cientos de mecenas de toda Europa, ansiosos por gastar de forma estúpida todo el dinero que tenían en sus arcas y que, claramente, habían sustraído al pueblo de forma poco decorosa.

Mecenas de las cortes de Francia, Inglaterra, España, incluso la Iglesia, había estado interesados en encargarle tallas de diversas temáticas para las catedrales o palacios que comenzaban a erigirse. Todo el mundo lo idolatraba y alababan sus manos como si se tratasen del don más preciado entregado por dios.

Él, sin embargo, tenía sus dudas acerca de ese don y de ese dios del que hablaban. Sobre todo porque lo que le había transmitido aquel talento no se parecía demasiado a esa figura antropomórfica y poderosa descrita por la Biblia. Era más bien pequeña, casi invisible para sus ojos y muy molesta.

Sí, señores, le había picado una pulga. Pero no una pulga cualquiera, sino una artest pulgues, o en otras palabras “pulga artista”. Él no había sabido de su existencia hasta hacía unos cinco años que, después de su picadura, pasase de ser un simple jornalero al escultor más emblemático de los últimos tiempos.

Desde entonces, ella se había instalado en su piel y adoptaba un modus operandi característico. Cada picotazo en sus brazos implicaba que estos se movieran de forma automática y rápida sorprendiéndole hasta a sí mismo. Cuando, después de una nube de manos, las cuales sólo eran las suyas trabajando de un modo irreal, aparecía la escultura deseada, la contemplaba boquiabierto. Después de cinco años aún no se creía que una pulga fuera capaz de hacer algo así.

Podía ser muy inmoral e irónico que fuese el parásito de una pulga, pero no le importaba. Estaba encantado con el prestigio y el dinero ganado mientras ella satisfacía sus necesidades básicas con su sangre. Eran la pareja perfecta.

Sin embargo, un buen día, ocurrió el desastre.  Un día, sin dar aviso ni dejar una diminuta carta de despedida, su querida artest como la había bautizado, se había marchado. Estaba claro que no era pulga de un solo hombre.

Se sintió desmoralizado y de pronto asustado. Acaba de acordarse de que tenía que realizar una talla en mármol para un monarca y su nuevo palacio. ¿Cómo iba a hacerlo sin el trabajo de la pulga artista?

Pensó en primer lugar que esta no se había ido, quizá sólo estuviera durmiendo o paseándose por el pelaje del perro y, en cuanto la llamase, volvería. Así que empezó a llamarla por todos los lugares y dando saltitos por si acaso la pisaba. Cualquiera que hubiera pasado por allí, seguramente lo hubiera encontrado muy cómico. Pero para él nada era cómico, era el fin de su carrera, o más bien, de la carrera de la pulga.

Incluso colocó las manos sobre el material preparado para el trabajo sin hacer nada, esperando que la pulga entendiese que era hora de trabajar. Pero sólo se ganó una mirada perturbadora por parte de su ayudante. 

Pero nada, ni un simple picor esporádico en la pierna, nada que le diera la más mínima esperanza de que ella no se hubiera ido.

Desolado, se quedó mirando el mármol que tenía frente a él y entendió que ya nada había que esperar y que si no lo hacía él, nadie estaría ahí para hacerlo. Así que tomó el cincel y trató de recordar la manera en cómo sus manos se colocaban para trabajar.

Estuvo varios meses tratando de tomar práctica y golpeaba con fuerza el material sin saber realmente qué estaba haciendo. Ni siquiera recordaba qué era lo que le habían encargado. Estaba tan absorto en intentar aparentar ante sus ayudantes que sabía lo que hacía e intentar no hacerse más heridas con el cincel que ni siquiera pensó en lo que estaba haciendo.

Y así duró hasta que decidió que ya había destrozado lo suficiente el material y que el plazo que se había propuesto había terminado. Miró lo que había hecho y palideció. Era hombre muerto.

Observó la obra. Era rara, no tenía una forma definida, parecía una cara, pero a la vez parecía algo totalmente distinto. Era amorfa y en nada se parecía a las obras anteriores. Seguramente lo mejor que podría pasarle cuando el monarca llegase sería que le matase tirándole esa aberración a la cabeza.

Pero llegó el día de la presentación y su “obra” se encontraba en medio de uno de los salones de verano principales del palacio tapada con una sábana blanca. Toda la corte del reino y el propio monarca con su consorte al lado se encontraban expectantes por lo que se iban a encontrar. El escultor tragó saliva y retiró la sábana mostrando a todos los presentes lo que había hecho.

Recibió un profundo ¡oh! que no fue capaz de identificar como una exclamación de sorpresa o de horror. Pasaron unos estresantes segundos antes de que oyera unos aplausos entusiastas y vítores colectivos.
“¡Qué volumen, qué formas más novedosas!”, oyó por el lado derecho de la sala. “Estamos ante un nuevo estilo jamás antes visto”, oyó esta vez una exclamación de entusiasmo por otro lado.

El escultor no se lo podía creer y contemplaba totalmente estupefacto a las personas que se acercaban a ver más de cerca esa nueva obra pionera en la historia. Algunos hasta la catalogaban como el comienzo de una nueva era de estilos artísticos. Incluso el rey le había felicitado y le había prometido pagarle más de lo que anteriormente habían pactado.

Sin embargo él no sabía qué pensar. Simplemente se quedó mirando esa obra tan “novedosa” y pensó en su pulga artista. Estaba claro el dicho de “cría fama y échate a dormir”. Ahora sí que no la volvería a necesitar. Aunque de pronto le picaba un brazo…

FIN. Espero que os haya gustado mucho. Obviamente el nombre "científico" que le he puesto a la pulga es inventado y no tiene nada que ver con el latín.
¡Un besazo!