martes, 28 de diciembre de 2010

Adictos a la escritura. Retorciendo al monstruo

¡Feliz Navidad a todos! Creí que no tendría tiempo para poder publicarlo, pero tuve que volver antes de tiempo de las vacaciones, así que me encontré con tiempo para poder escribir.
El tema es retorcer al monstruo y se trata de un demonio porque fue elegido por votación.
¡Espero que os guste!


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EL FRUTO PROHIBIDO

Al morder la manzana que ese extraño ser que se hacía llamar Diablo me ofreció, sentí el mundo no volvía a ser el mismo.
Noté una inexplicable necesidad por conocer qué era lo que había más allá de aquel paraíso que me había sido otorgado, otra extraña urgencia de correr por aquel desconocido mundo y descubrir las verdades que nadie más que yo pudiera descubrir y una inexplicable sed de conocimientos que luchaba por salir de mi interior.
De pronto, todo lo que había a mi alrededor, me resultaba poco atrayente. Necesitaba más y más conocimientos y un extraño cosquilleo pululaba por todo mi cuerpo ante la posibilidad de retos que parecía inalcanzables…
Extrañada, miré hacia aquel ser que en ese momento me miraba con satisfacción. Como si conociese cuáles eran los síntomas que estaba sintiendo en ese momento. Pregunté entonces furiosa, al no ser capaz de comprender:
¾    ¿Qué es lo que me has hecho?
El Diablo sólo sonrió con aquella terrorífica sonrisa que en ese momento tan misteriosa me parecía y dijo:
¾    ¿Ahora comprendes por qué tu Dios te prohibió tomar el fruto de este árbol?
Contempló el resto del fruto que aún no había comido intentando averiguarlo y de pronto recordé el nombre por el que había sido llamado ese árbol. “El árbol del Conocimiento”. Pero antes de que pudiera decir nada, el Diablo volvió a hablar:
¾   Éste es el árbol de Conocimiento. Si comes fruta de él, tu mente se abrirá y una inexplicable sed de saber correrá por tus venas… ¡Tenlo! Es el regalo que yo te ofrezco. ¡Úsalo bien!
Entonces asentí. Él entonces desapareció tras una nube de polvo y me quedé sola intentando descifrar todos aquellos nuevos sentimientos que se cernían sobre mí. Necesitaba salir de aquel paraíso donde me sentía presa. Necesitaba encontrar nuevos lugares, cambios de aires, conocer nuevos mundos…
Sin pensarlo dos veces, me escapé del paraíso de  mi Dios enfrentándome a aquellos nuevos retos que mi cuerpo pedía. Utilizaría aquel regalo para satisfacer toda esa necesidad de sabiduría.

Años después, volví a encontrarme con él. Su siniestra forma ya no me asustaba. Sabía que quería saber si había utilizado su regalo, así que preguntó sin más:
¾   ¿Y bien? ¿No tienes nada qué contarme?
Medité pesadamente lo que tenía que decirle y finalmente hablé:
¾   Durante todo este tiempo, he viajado sin tregua. He conocido grandes lugares y a distintas personas. Me he enfrentado a grandes retos de los que he salido airosa y también perjudicada. Y por supuesto, he aprendido una cosa muy importante.
El Diablo arqueó una ceja expectante y preguntó:
¾    ¿Sí? ¿Y de qué se trata?
¾    Que sólo yo soy dueña de mi Destino. Que ningún Dios divino puede juzgar mis pasos ni crea mi destino. Sólo yo soy capaz de formar mi propio camino.
Esa fue mi sentencia final. El Diablo me miró durante un segundo fijamente, pero justo después me sonrió y me dijo:
¾     Muy bien. Ese era en realidad mi regalo. Espero que nos volvamos a ver alguna vez.
Y tras decir, esas últimas palabras se fue. Nunca más volví a encontrarme con él, sólo me quedé con ese regalo que nadie me había otorgado nunca. La libertad.
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Mi versión del Edén. ¡Un beso a todos!

viernes, 10 de diciembre de 2010

El deseo

Con motivo del 17 cumpleaños de mi hermana pequeña, he querido dedicarle este pequeño cuento que cree ayer mientras esperaba que se hicieran las 12 y poder dedicárselo vía Tuenti xD.
¡Por ti Ana, Te quiero! Sé que la foto es antigua, pero no sé porqué no puedo descargar las demás...
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Hubo una vez, una niña que caminando por el campo se encontró una sucia y vieja lámpara, extrañada la tomó y en un intento de poder leer lo que ponía bajo la gran capa de suciedad la frotó con fuerza.
De pronto, del interior de aquella extraña lámpara comenzó a salir un montón de humo que poco a poco fue dando forma a una figura humana grande y musculosa que bajó la mirada en dirección a la niña que en ese momento lo observaba con los ojos abiertos por la sorpresa.
Soy el genio que se encontraba atrapado en esa lámpara durante siglos… ¡Gracias por liberarme! Como agradecimiento, te concederé un deseo dijo aquel ser.
Ella le escuchó fascinada y pensó firmemente en lo que debía de pedir, sólo era un deseo y tenía que pensarlo bien para no desperdiciarlo.
Deseo…-meditaba la niña- deseo tener junto a mí a una persona con la que compartir todo, una persona con la que poder jugar y poder contarle todo lo que piense… deseo una persona que, a pesar de todo, siempre esté conmigo y me apoye en los momentos que yo la necesite… deseo una persona que me quiera tanto como yo la querré.
El genio sonrió al escuchar sus palabras y tras un chasquido de dedos desapareció no sin antes decir: Deseo concedido.

Nueve meses después, los padres de la niña le mostraron un pequeño bebé que la miraba con unos enormes ojos azules con curiosidad:
¾     Cariño, ésta es tu nueva hermanita, espero que la cuides y la quieras tanto como nosotros te queremos a ti.
Entonces la niña supo que el deseo del genio se había hecho realidad, allí estaba la persona que estaría junto a ella para siempre y que siempre la apoyaría en todo momento.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Lady Gaga

Después de torturas sin saber si los controladores me lo permitirían o no y si la diosa Gaga podría aterrizar en Barcelona, por fin sé con certeza que tendré el concierto por el que llevo esperando 6 meses...

Don't call my name... Alejandro

martes, 23 de noviembre de 2010

¡No saltes!


... Entonces apareciste tú, me tendiste la mano y gritaste... ¡No saltes, por favor!
Pero tarde era... mi alma quería descansar en paz... ¡No llores por mí, mi amor! Nada es culpa tuya...
Una última sonrisa y un último beso en el aire... después dos pasos al frente y todo oscuridad
Porque esta canción de Tokio Hotel fue, es y será la canción de mi vida... Las 19:20 en medio de una clase de derecho laboral y parece que yo no tengo nada mejor que hacer...

lunes, 22 de noviembre de 2010

Adictos a la escrituras: Especial terrorífico

Bueno, aquí subo mi primer proyecto para Adictos a la escritura, la verdad es que espero que sea vuestro gusto y que esté a la altra :) Muchas gracias por la ayuda y espero que lo disfrutéis.
¡A leer!
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PECADO: 

Bajo la luz tenue y mortecina de la luna, aquel individuo, al que hacía unos segundos había considerado uno más de sus queridos feligreses, le mostró cómo sus colmillos superiores aumentaban gradualmente de tamaño y sobresalían a través de las comisuras de su labio superior. Entonces supo que estaba en peligro de muerte.
 El sacerdote contempló cómo en los fríos ojos azules de aquel terrorífico ser surgía un extraño brillo que los encendía como si se propagase un incendio en su interior. Era el brillo de un asesino, el brillo de un cazador de hombres.
 Con rapidez, tomó entre sus manos un gran crucifijo y se lo mostró intentando hacerlo retroceder, deseando que aquellas leyendas antiguas fueran ciertas y aquel demonio se evaporara ante sus ojos. Pero no ocurrió. El vampiro estaba de pie frente a él riéndose con burla y crueldad:
¾    ¡Oh vamos, padre! ¿Usted cree que eso podría hacerme algo después de todo el tiempo que paso aquí?
El sacerdote retrocedió asustado y cayó al frío suelo de mármol. Empezó a temblar de terror y no podía despegar los ojos de aquellos ojos sobrenaturales que en ese momento lo escrutaban con malicia. Pero en un golpe de lucidez, levantó su dedo acusador y le gritó:
¾    ¡Demonio! ¡Eres un siervo de Satán! ¿Cómo osas entrar en la Casa del Salvador?
El vampiro volvió a reírse con más fuerza aún, el sacerdote lo miraba con severidad y sin apartar los ojos de él. Ya no tenía miedo, tomó con fuerza el crucifijo entre sus manos y confió en que Dios le ayudaría.
¾    Mire esto, Padre ¾ el vampiro sacó de su bolsillo un pequeño rosario blanco y lo besó frente a sus ojos¾, soy una criatura de Dios, él me creó… ¿Y no dijo su Mesías que todos éramos hijos de Dios, que él nos ama por igual?
¾    Te equivocas… ¾ dijo el sacerdote levantándose de forma torpe sin dejar de señalar al vampiro ¾ Tú no eres una criatura de Dios… eres… un siervo del Diablo… eres el Mal… asesino… pecador…
 De repente, sin que el viejo sacerdote pudiera preverlo, se encontró contra una de las altas columnas de la catedral y el joven vampiro tomándole por la sotana sin apartar los ojos de los de él irradiando una furia y un odio hasta entonces desconocía…
Pero a la vez, aquel vampiro era hermoso y letal, tan hermoso que podría destrozar sus ojos con sólo mirarle una vez más…
¾    ¿Entonces por qué Dios no termina conmigo? ¿Por qué me permite vivir eternamente, vagando por su Creación y asesinando a sus hijos? No… yo también soy parte de este mundo… Él también nos creó… para acabar con los sucios y pecadores mortales.
¾    No…¾ el viejo sacerdote apenas podía respirar¾. No… blasfemes más…
¾    No blasfemo padre…¾ contestó el joven forzando más su agarre y arrancando un gemido de angustia por parte del sacerdote ¾ soy como un ángel de la muerte, un mensajero del Fin del Mundo… Un purificador de almas…
 Al terminar de hablar, tomó su pequeño rosario y con él santiguó al sacerdote como si le diera la extremaunción, sus ojos azules seguían fijos en los pequeños ojos marrones del desgraciado mortal que en ese momento temblaban de terror. Cuando al fin terminó, dijo sólo una cosa más:
¾    Descanse en paz… padre.
 Entonces clavó sus afilados colmillos en el cuello del hombre que gimoteó de forma débil. Sus letales dientes desgarraron la piel del cuello y comenzó a notar en su boca el estimulante y satisfactorio sabor metálico de la sangre. Con sus dos manos ladeó más la cabeza del viejo y empezó a aspirar la sangre sintiendo el familiar calor por todo su cuerpo que le llenaba de vida otra vez.
Pronto sintió que la vida de aquel hombre llegaba a su fin y apresuró su cometido para impedir que de ningún modo tuviera posibilidad de sobrevivir.

Apartó sus colmillos y dejó que el cuerpo se sostuviera en aquella columna durante escasos segundos hasta que empezó a caer por su propio peso. Cuando quedó sentado en el suelo, lo contempló. Allí estaba aquel cura, aún con la mirada de terror en sus ojos vidriosos y el rostro compungido por una mueca de dolor.

Se agachó un momento hasta quedar a la altura de las marcas que le había dejado y pasó sus dedos sobre ellas haciendo desaparecer las huellas de su crimen, del asesinato. 
 Cuando finalizó su trabajo, se levantó y se dirigió hacia la puerta de salida, pero antes se detuvo frente al altar. Frente a él se levantaba la impresionante imagen de Jesucristo crucificado, con aquella característica mueca de dolor y angustia en su rostro… Sentía que le observaba, juzgándole allí donde él se hallaba aún con sus colmillos ensangrentados junto al cuerpo sin vida de aquel siervo de Dios.
Pero él no se arrepintió, simplemente se dio la vuelta apartando aquella mirada de él y se alejó de allí. 

Salió de la gran catedral mientras se echaba una capa sobre la cabeza y contemplaba protegido por la oscuridad de la noche cómo los habitantes de aquella ciudad comenzaban a encerrarse en sus casas… El joven vampiro sonrió, la festividad de los Difuntos siempre provocaba un terror supersticioso e incluso enfermizo en los mortales. Esa era la noche ideal para los cazadores de hombres como él, en la cual el miedo y el toque espectral que se le confería, hacían aún más interesante salir a cazar.
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Por alguna razón que desconozco, me sale el fondo blanco y no soy capaz de cambiarlo... Veré a ver si más adelante puedo cambiarlo.
¡Un beso!

domingo, 14 de noviembre de 2010

Desde Roma... con amor (segunda parte)

Elizabeth siempre pensó que el mejor momento para estar en aquella plaza era al crepúsculo. La Piazza Navona era impresionante, era una de las plazas más famosas de la capital y la más concurrida.


Marco había aparcado la moto cerca de allí y los dos se perdieron por los estrechos callejones peatonales que les guiarían hacia el centro de la plaza. Adoraba pasear por esa zona tan medieval de la ciudad con sus edificios de colores cálidos y sus ventanas venecianas tan características de aquel lugar.
Masas de turistas caminaban en todas direcciones chocando contra ellos y parándoles constantemente para preguntarles dónde estaban diferentes sitios entorpeciéndoles el paso. Eso era algo constante cuando caminaban por allí, todo el mundo pensaba que porque vivían allí de forma constante tenían que saber toda la historia de la ciudad como si fueran guías turísticos.
Marco de repente la tomó de la mano y la obligó a seguirle corriendo sorteando a todas las personas que se cruzaban en su camino. Ella no puso ninguna objeción y le siguió corriendo protegiéndose cada vez que se chocaba contra alguna persona, pero sin dejar de reírse por todo aquello. Se sentía tan feliz…

Por fin llegaron al final de la calle para abrirse ante ellos la maravillosa plaza. Se pararon en la entrada para contemplarla, como cada tarde estaba ocupada por un montón de artistas callejeros que pintaban retratos o caricaturas o simplemente hacían espectáculos para entretener a los curiosos a cambio de unas generosas monedas.

Se adentraron en ella dejándose llevar por el ambiente bohemio que los artistas daban a esa calle. Mientras caminaban se cruzaban con diversos vendedores ambulantes que trataban de venderles objetos que saltaba a la vista su origen ilegal, artistas que exponían para todo el público sus grandes obras sobre el Coliseo romano, el río Tíber con sus múltiples puentes cruzándole o la ciudad de Florencia con su característico Puente Vecchio o tal vez retratos de personas anónimas que se habían ofrecido para ser retratados con todo lujo de detalles y, no podían faltar, turistas venidos de todas partes del mundo que contemplaban fascinados la grandeza de aquella ciudad que era historia viva.

Elizabeth contemplaba maravillada aquella explosión de vida, color y luz que tenía aquel lugar, no se cansaba de contemplar todo lo que le rodeaba para guardarlo en su memoria para siempre y para cuando estuviera lejos de allí pudiera cerrar los ojos y sentir otra vez la vitalidad y alegría de Roma.

Pero notó de repente que Marco volvía a captar su atención acercándose más a ella sacándola de sus ensoñaciones y volviéndola contra sus ojos verdes. Él la miraba intensamente y ello la puso nerviosa haciéndola reír de forma nerviosa:

- ¿Qué es tan gracioso?- preguntó él sonriendo.
- No, nada- contestó ella avergonzada.

Él no dijo nada, parecía pensativo, como si meditara sobre qué decir a continuación y eso la preocupó, ¿acaso esa cita tan perfecta finalmente iba a estropearse de una manera tan drástica? Entonces él, antes de que le diera tiempo a crearse más películas, la miró y dijo:

- ¡Elizabeth! No sé cómo voy a decirte esto sin que pienses que solamente quiero ligar contigo… Pero es que yo realmente te quiero- tomó su mano y la apretó con fuerza como para darse ánimos y prosiguió- Te quise en cuanto te vi y quise conquistarte porque te quería para mí… Eli, ti amo. ¿Querrías ser mi novia?

Ella lo miró como si no se lo pudiese creer, era el hombre por el que llevaba enamorada desde que había llegado a Roma. Se sentía tan feliz que olvidó dónde se encontraba y se lanzó a sus brazos para unir sus labios con los suyos en un arrebatador beso que le robó el aliento al italiano.

Él la correspondió con gusto y cuando se separaron se quedó mirándola sonriendo y preguntó:

- Eso es un sí, ¿verdad?

Ella sonrió y asintió firmemente, ¿cómo iba a decirle que no, si era el hombre que amaba? Ante esto, él volvió a besarla con fuerza y se quedaron abrazados en medio de la plaza sin decirse nada, hasta que:

- ¡Eli!- comenzó a susurrarle él en el oído- ¿te apetece hacer una locura?

Ella se separó para mirarle confusa y preguntó:

- ¿Qué locura?
- ¿Te apetece o no?- preguntó él una vez más.
- Sí…- dijo ella sin estar muy segura.
- Sígueme- dijo él simplemente.

Y llevándola de la mano empezó a correr en dirección a la Fuente de los Cuatro Ríos que se encontraba justo enfrente de ellos, Eli le seguía sin entender pero en cuanto vio que no tenía intención de esquivar la fuente y pensaba meterse en ella, intentó resistirse:

- ¡Marco, no!
- ¿No me dijiste que te apetecía hacer una locura?- preguntó él sin dejar de correr.
- ¡No, no quiero!- contestó ella intentando zafarse de su agarre- ¡nos van a detener!
- Tarde para arrepentirse- dijo él simplemente cuando ya habían llegado a ella.

Sin pararse ni un momento a pensar, Marco la tomó en brazos y ante la mirada estupefacta de la gente, se adentró aún con ella en el interior de las vallas protectoras en dirección a la fuente.

Pronto, el chico notó el agua fría en sus piernas, pero eso no lo hizo retroceder y siguió avanzado hasta que los chorros que caían de la fuente los empapó enteros oyendo un grito de protesta de Eli por ello, pero no le dejó quejarse más.

Sin previo aviso y bajo el agua helada, la besó con pasión con ella aún en sus brazos dejando que el agua recorriera sus cuerpos y sintiéndose mucho más pesado por ello. Ella le correspondió, era una locura lo sabía, pero se sentía bien al hacerlo porque Marco estaba junto a ella. Ya ni les importaba las voces de las demás personas que se quejaban por lo que habían hecho, ni tampoco los carabinieri que se acercaban a la fuente para sacarles de allí sin ninguna delicadeza, sólo importaban ellos juntos besándose bajo la fuente de los Cuatro Ríos demostrando que sin duda, Roma era la ciudad del amor.
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De verdad que adoro Roma... Es una ciudad mágica.

¡Muchas gracias por leerme todos! La verdad es que me siento muy bien al saber que alguien disfruta con lo que escribo.

domingo, 24 de octubre de 2010

Desde Roma... con amor (primera parte)

Aquel día sería uno de los más especiales de todos los que llevaba viviendo allí, y eso contando con que la capital italiana siempre brindaba a sus habitantes con un nuevo y especial día distinto al anterior.

Pero ese mismo día sí que era el más especial de todos y sólo de pensar en el motivo por el cual lo era hacía que sus ojos oscuros brillaran de emoción, tendría una cita con Marco… el chico romano del que llevaba enamorada desde que había llegado a Roma ocho meses atrás.

Elizabeth miraba una y otra vez su armario sin decidirse del todo, cualquier cosa que veía mientras pasaba la ropa de un lado a otro le parecía poco adecuado para aquella ocasión tan esperada… ¿Por qué no le hizo caso a su amiga aquella vez que le había recomendado que se comprase aquel hermoso vestido veraniego? ¿o por qué cuando iba de compras no había decidido mirar zapatos más bonitos y elegantes?

Se llevó las manos a la cabeza intentando pensar sin dejarse llevar por el pánico de la situación, seguro que algo más habría en ese pequeño armario que pudiera servirle… y de pronto lo vio, un vestido blanco de volantes con el tirante fino por encima de la rodilla que se había comprado nada más que había llegado a la ciudad, era el vestido ideal.

Lo tomó de la percha y lo arrojó sobre la cama para empezar a desvestirse y acto seguido ponérselo temiendo mirarse en el espejo y ver que no conseguía el resultado que ella esperaba. Pero en cuanto su reflejo le devolvió la mirada, el resultado la satisfizo tanto que no podía creerse que no se lo hubiese puesto antes, aquel sencillo vestido blanco realzaba su figura delgada y contrastaba con su piel tostada y su cabello castaño claro que ahora caía en cascada por su cuerpo.

Acto seguido se dio cuenta de que podía combinarlo perfectamente con sus sandalias romanas marrones y una pamela blanca que una amiga le había regalado antes de venirse a este lugar.

Estaba que no cabía en sí de felicidad, aquello no podría empeorarse después del descubrimiento de ese vestido blanco y empezó a arreglarse con mucha más ilusión que antes.

Al rato, oyó el timbre de su puerta y sin mediar segundo alguno, corrió hacia la ventana y la abrió de par en par sintiendo de repente el olor envolvente de rosas que tenía en su balcón y el sonido de unos niños que allí mismo jugaban entretenidos… pero su atención fue desviada hacia otra persona, un chico que no pasaba la veintena, alto de piel bronceada que la miraba desde abajo con sus ojos verdosos y que sonreía abiertamente llevándose una mano a sus rizos oscuros. A su lado tenía la ya famosa moto vespa de color verde claro y él tenía en su mano una gran rosa roja envuelta en un precioso papel blanco… Sintió que moriría de amor ante esa visión.

- ¡Eli!- la llamó él alegremente sin dejar de sonreír- ¡Baja!
- Ahora voy Marco- contestó ella volviendo a meterse en el interior de casa.

Recogió todo lo que tenía que llevarse y se abalanzó a la puerta de salida para luego bajar corriendo las viejas escaleras del edificio casi llevándose por delante a una mujer que subía las escaleras que se quedó mirándola anonadada intentando averiguar cuál sería el motivo de tanta prisa.

Pronto llegó a la puerta de salida del edificio y se encontró con la calle adoquinada de su estrecha calle y es que vivir en la zona medieval de la ciudad era lo que tenía, sus calles eran estrechas por donde apenas podría caber un coche junto con unas edificaciones de colores alegres y llamativos con grandes balcones inundados de flores de diferentes colores que alegraban el lugar y parecían atraer a turistas porque cada vez que pasaba por allí miraban a los balcones frondosos con devoción y maravilla.

Ella miró al chico que tenían enfrente con una rosa en la mano, de repente se sintió insegura dudando hasta de lo que había elegido para salir con él. Le miró y vio que ese día estaba vestido con una camisa de lino blanca y unos pantalones de color arena de la misma tela resaltando aún más su tez bronceada y sus ojos verdes. Ella se ruborizó al verlo, estaba más guapo que nunca y bajó la mirada avergonzada.

Pero él de repente se acercó a ella y la obligó a mirarle a los ojos levantando su barbilla con un par de dedos y la dijo con su típico acento italiano:

- ¡Ciao bella! ¡Estás preciosa!

Eli pudo ver en sus ojos que no mentía, que de verdad pensaba lo que decía y no pudo sostener su profunda mirada durante más tiempo porque sentía que el rubor volvía a adueñarse de sus mejillas y apartaba su mirada avergonzada por ese hecho.

De repente, Marco volvió a obligarla a mirarle a la cara y se inclinó hacia ella para robarle un delicado beso en los labios. Eli se quedó parada, al sentir sus labios notó que algo nacía en su interior, una agradable y nueva sensación que invadía su cuerpo inundándolo de un calor intenso… porque ¡oh dios! cuanto había deseado aquello…

Tras ese beso espontáneo, Marco volvió a sonreír y le mostró dónde se encontraba aparcada su vespa invitándola con su mano derecha a montar, ella aceptó sin dudar ni un segundo. Montada en esa vespa junto a ese chico que tanto le atraía le hacía sentirse como Audrey Hepburn en Vacaciones en Romapensaba disfrutar de ese momento como nunca 

sábado, 23 de octubre de 2010

El placer de escribir...

En realidad que mi pasión es escribir


Amo escribir todo lo que me pasa por la mente... recuerdos que sustraigo de lo más recóndito de mí para salvarlos del olvido al que estarían condenados, reflexiones profundas acerca del significado de la vida, la sociedad, modos de cambiar el mundo... e incluso lo más significativo...

Amo escribir mis propias historias donde mis protagonistas acaban como yo deseo, se enamoran, ganan, pierden, lloran, rien, luchan, aprenden... salen de mi mente al papel en blanco y parecen cobrar vida por arte de magia donde una parte de mi misma está presente... esas historias son testigos de mis fantasías, miedos, errores, estados de ánimo...toda mi vida plasmada en una sencilla hoja de papel...

Pero también amo leer historias que otras personas escriben, famosos escritores que desean ganarse su vida contando historias para hacer reír y llorar a sus lectores..., pero también personas anónimas que escriben historias increíbles sean los personajes que sean y que desean compartir con otros por el simple amor a la literatura... ellos muestran una parte de ellos mismos al mundo y nosotros se lo agradecemos leyendo sus obras...

Sin embargo, no sólo escribir es una de mis pasiones... me gusta caminar por distintos lugares del mundo reconociendo edificios, monumentos, paisajes, calles, paraísos... también observar a las personas que me cruzo e imaginarme una historia para ellos en una descripción perfecta y acorde del lugar en el que me encuentro con sus correspondientes ambientes, olores, sonidos, colores... cada país y lugar que visito es un nuevo escenario que permite dejar que la mete eche a volar y así será este humilde blog...

Un espacio en el que me permita evocar distintos lugares visitados y recrearme en ellos contando una historia distinta y una vida diferente a la anterior...
¡Nos vemos!

Porque cuando las palabras se vuelven armonía... el mundo empieza a tener un poco de sentido