lunes, 31 de octubre de 2011

Adictos a la escritura: Especial Halloween

"Cuando los seres terroríficos actúan por su cuenta"

El terror recorrió mis venas cuando vi que ese hacha que llevaba el hombre vestido de leñador que creíamos que era un actor, era de verdad y que esa mancha roja era auténtica porque acababa de rebanarle la cabeza a un chico delante de mí. Teníamos que correr, eso no era ninguna broma, de verdad nos querían matar.
Mi mente no tenía tiempo de pensar que aquello no podía ser porque era la casa del terror del parque de atracciones de Madrid y que eran actores demasiado bien caracterizados. No, ese hombre acababa de matar a un chico y ahora nos miraba con aquella espantosa mueca con toda la intención de seguir con nosotros. Teníamos que correr.
Todo el grupo nos tiramos por el estrecho pasillo a correr. Ese hombre nos perseguía y teníamos que huir como fuera, tomé a mis dos amigas del brazo y empezamos a correr sin preocuparnos por nadie más.
Encabezábamos el grupo después de la muerte de ese chico y cuando torcimos a la esquina, nos encontramos con una imagen aterradora. Un horrendo y enorme payaso estaba allí esperándonos, mientras despedazaba el pequeño cuerpo de una chica joven con una afilada daga y ahora volvía la cabeza hacia nosotros. Su rostro enrojecido por la luz que había preparada para el ambiente marcaba sus ojeras y su horrendo maquillaje blanco. Me aterrorizaban los payasos desde niña y ese de ahí acababa de demostrarlo al mundo.
Se echó a reír con una voz aguda y estremecedora que heló cada punta de mi pelo. Quería huir de allí, ¿por qué no lo hice cuando me dieron la oportunidad de salir por la puerta de los arrepentidos?
El payaso se acercó a nosotros emitiendo sonidos que podrían ser graciosos en otra ocasión, pero en ese momento resultaba macabro. Se quedó mirándonos con una sonrisa perversa, se fijó en mis temblores y se rio más fuerte. Yo sería su víctima.
Me cogió de la camiseta y me levantó con fuerza para enfocar su mirada en la mía aterrorizándome, me iba a desmayar, no podía respirar, iba a morir de la forma que nunca hubiera querido. Vi la daga elevándose hacia mí…
Pero no ocurrió, alguien debió darle una patada y me soltó en gritos de dolor, dejándome tirada en el suelo. No esperé a más y seguí corriendo como podía, teníamos que salir de allí.
Corríamos por los pasillos y fuimos atacados por diversos personajes de terror. Freddy Krueger agarró a la última chica de nuestro grupo entre gritos y no supimos más, un par de locos atacaron a dos chicos con un cuchillo dejándolos en el suelo ensangrentados. La niña del exorcista agarró desde la cama donde se encontraba a otra persona y sólo lo supimos porque lo oímos gritar.
Mientras caminábamos notábamos que el suelo estaba pegajoso y casi no podíamos movernos, no quería mirar abajo, no quería saber. Pero una de mis amigas sí que se atrevió y gritó sin parar que el suelo estaba lleno de sangre.
Quería llorar mientras corría. No podía más, me faltaba el aire, el corazón me golpeaba con fuerza contra el pecho y la garganta la tenía tan seca que parecía que estaba tragando cartón. Quería salir, pero no encontraba la salida por ningún lado.
-          ¡La salida!gritó una chica detrás de mí y vi su dedo índice apuntando por el rabillo del ojo.
¡Íbamos a salvarnos!, sólo teníamos que cruzar ese último pasillo y estaríamos salvados. Ese último pasillo parecía que tenía carne colgada del techo y hacía mucho frío, sabía que trataba de emular el ambiente de un congelador de carne gigante donde un asesino antropófago esperaba a sus víctimas para comérselos.
De pronto, supe por qué, oímos el sonido mecánico de una sierra eléctrica a toda velocidad. ¡No! Teníamos que correr y salvarnos, no quedaba nada, ¡no podíamos morir!
Entonces hizo su aparición. El carnicero apareció y quería despedazarnos. Nos quedamos frente a la puerta sin poder pasar aterrorizados, nos estaba cortando el paso. Un grito nos alertó para seguir conscientes, acababa de arrancarle de cuajo el brazo derecho a la chica de antes con la sierra sin ningún miramiento y se reía de forma enajenada.
No podíamos pasar y la sierra mecánica iba a matarnos, sólo pude encogerme entre mis dos amigas y un chico que se había salvado hasta ahora y oír más alto y más fuerte la sierra que nos despedazaría y mataría…
-          ¡No!grité con fuerza y elevándome un poco.
Abrí los ojos y vi que estaba en mi cama y que mi hermana me miraba molesta desde la suya. Yo no paraba de respirar entrecortado y de llorar, había sido una pesadilla, pero había sido tan real…
-          Ya vale, estúpidaoí a mi hermana y me volví a ella. Si tanto miedo te da entrar en la casa del terror del parque de atracciones la noche de Halloween no vayas. No hace falta que me des la noche.
Después de eso, se volvió a acostar y yo me quedé mirando la nada sintiéndome estúpida por momentos. ¿Cómo me podía dar miedo que esa noche todos los actores se volvieran los asesinos que encarnaban? Era la cosa más tonta del mundo. Sin embargo, después de ese sueño, decidí que llamaría a mis amigas para decirles que estaba enferma y que no podía ir con ellas al día siguiente a la semana de las brujas.
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Ante todo, la idea desde el principio era no escribir un relato de terror, sino más bien de humor. El miedo no es mi mejor aliado a decir verdad jaja
En esa casa del terror, aunque me lo pasé en grande, fueron los minutos más estresantes de mi vida la verdad y cuando se me acercó un payaso casi me da un infarto. Nunca me han hecho mucha gracias esas cosas.