martes, 21 de febrero de 2012

Proyecto Adictos a la escritura: Especial san Valentín. Diseña tu propio Cupido

¡Hola a todos! Hoy después de dos meses sin participar he vuelto con san Valentín bajo el brazo. No sé muy bien si habré cumplido con el objetivo, pero yo he quedado satisfecha con lo que ha quedado y espero que os guste a vosotros también.
¡A leer!

LA HABITACIÓN INCOHERENTE
El hada Razón estaba muy contenta con su trabajo. Construir habitaciones era algo que le apasionaba. Le encantaba ver cómo las personas que se lo encargaban, encontraban en ellas todo lo que necesitaban para poder realizar todas sus actividades cotidianas con eficacia y eficiencia.
Ella siempre pensaba en todo, conocía a sus clientes y pensaba en lo que necesitaban. Si se trataba de un estudiante, le construía una habitación espaciosa para poder colocar todos sus libros sin que le molestasen, con una gran ventana donde el sol pudiera proporcionarle la luz suficiente para poder estudiar sin gastar dinero en luz. Si se tratase de un artista le proporcionaría grandes ventanales para que le permitiera ver el mundo que le rodease y que se inspirase. Si era una persona introvertida, le entregaba una habitación más pequeña en la que se sintiese más a gusto consigo mismo. Cada una de las demandas las estudiaba con mucha profundidad y reflexionaba sobre las cosas más lógicas que pudieran tener, nada fallaba en sus reflexiones y ningún cabo se quedaba suelto.
Pero esa vez, antes de entregar la habitación que había preparado para uno de sus múltiples clientes, se encontró con algo que la sacó de sus casillas. Su habitación había sido destrozada, todos los muebles que había colocado estaban de un lado a otro sin orden ni control, uno de sus pilares maestros estaba lleno de golpes y de manchas y en la pared había pintado un enorme corazón de color rosa y otro más grande de color rojo.
¡No podía ser! Toda su obra destrozada a menos de unas horas para ser entregada. Vio, entonces, en el suelo, sentado aún terminando de pintar con sus manos corazones más pequeños, al culpable de toda esa algarabía.
¡Otra vez ese maldito niño! Siempre entraba en todas las habitaciones que hacía y se las destrozaba. Cupido, ese niño revoltoso e impertinente que se les escapaba a todos de las manos para dejarlo todo patas arriba y que siempre se le escapaba. Pero esta vez no, le había pillado con las manos en la masa y no pensaba pasárselo ni una vez más.
Lo tomó de su camiseta y lo levantó asustándole en el acto, lo mantuvo en alto mientras el pequeño pataleaba y sus rizados cabellos se movían de un lado a otro al son de los movimientos de su cabeza. Pero Razón no se inmutó, era inflexible y ella siempre tenía la última palabra. Se mantuvo en sus treces y dijo:
-         Te he pillado, Cupido. No trates de huir porque no lo vas a lograr.
El niño pareció comprenderlo y se resignó a ser reñido, pero aún así no soltó las pinturas de su mano y miró a Razón con unos ojos llenos de inocencia:
-          No me mires con esa cara que no te la crees ni túsiguió diciendo ella. Ahora mismo vas a arreglar todo este estropicio y no vas a poder librarte.
-          Pero Razóntrató de explicarse el niño, yo soy quería ayudarte. Antes era muy aburrida esta habitación, ¿no te parece que está mucho mejor así?
Razón miró a su alrededor. Claramente ese niño estaba mal de la cabeza. ¿Cómo iba a estar bien eso así? Estaba todo destrozado, sin armonía, desordenado, caótico. Algo así era peligroso, su clienta estaría en peligro de hacerse daño o incluso de sufrir un shock ante tal caos por no saber cómo volverlo todo a la normalidad, incluso ese desorden podría hacerle llorar de frustración. ¿Quién querría algo así?
-         ¿Cómo va a ser más bonito así? Esto no sirve para nada, ¿cómo va a trabajar o vivir alguien con un desorden de tal calibre?
-          ¿No te gustan las paredes, Razón?preguntó él tratándola de hacer entender¿Han quedado mal?
Ella miró a su alrededor. No podía negar que sin contar el desastre que había preparado, la habitación estaba muy bien decorada, era muy bonita. Pero aún así, ¿para qué servía que fuera bonito? No le encontraba ninguna utilidad a tener la habitación así.
-          ¿Me quieres explicar para qué narices querrá mi clienta tener la habitación así? No le sirve para trabajar, ni para dormir o comer, sólo está ahí adornando sin servir para nada. Es estúpido y no tiene ningún sentido para mí.
-          Pero Razón…comenzó a decir Cupido desesperado.
-          No tienes excusasfinalizó ella sin dejarse amilanar por los desmanes de ese niño manipulador¡Arréglalo!
Ya le había soltado y le había colocado en la mano una brocha blanca para que tapara todo lo que había hecho cuando de repente su clienta llegó. Razón enmudeció por lo que iba a pasar a continuación. Se la iba a cargar. Sin embargo, no fue eso lo que ocurrió:
-          ¿Está es mi habitación?preguntó ella con una sonrisa.
-          Eh… no de verdad. Lo que pasó fue…intentó hablar Razón, pero fue interrumpida.
-          ¡Me encanta!exclamó la chica emocionada tocando las paredes. Estos corazones son preciosos, es mucho mejor de lo que hubiera querido.
-          P-pero, ¿no ves qué están desordenada y os podéis hacer daño?preguntaba Razón anonadada. Está habitación está hecha un caos.
-          ¡Está preciosa decorada!exclamó ella emocionada. Muchas gracias.
Razón se quedó totalmente paralizada. ¿Cómo le podía gustar eso? Pero al ver que su clienta estaba muy emocionada y no prestaba oídos a ninguna de sus advertencias acerca de la realidad, decidió marcharse confusa.
De pronto, vio que Cupido la seguía, no parecía victorioso pero sí muy contento, por lo que decidió saber qué estaba pasando:
-          Todo esto es absurdo, Cupido, ¿pero no ve que es un error? ¿No ve que puede hacerse daño? ¿Que no es lógico?
-          No es lógico, Razónfue lo único que Cupido le dijo antes de añadir. Se llama amor
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Bueno eso es todo, para mí Cupido es como un niño revoltoso, que entra en tu vida sin avisar y sin que lo esperes, que siempre está desordenando tu vida sin ninguna mala intención, pero que sus desórdenes pueden llegar a hacer más daño del que pretende. No concibo nada más puro, imprevisible e inocente que un niño pequeño y es así como yo veo el amor. Un quebradero de cabeza constante para nuestra razón, que la nubla y la confunde siempre. 
Espero que os haya gustado. ¡Nos leemos!