¡Hola a todos! Hoy después de dos meses sin participar he vuelto con san Valentín bajo el brazo. No sé muy bien si habré cumplido con el objetivo, pero yo he quedado satisfecha con lo que ha quedado y espero que os guste a vosotros también.
¡A leer!
LA HABITACIÓN INCOHERENTE
El hada Razón estaba muy contenta con su trabajo. Construir habitaciones era algo que le apasionaba. Le encantaba ver cómo las personas que se lo encargaban, encontraban en ellas todo lo que necesitaban para poder realizar todas sus actividades cotidianas con eficacia y eficiencia.
Ella siempre pensaba en todo, conocía a sus clientes y pensaba en lo que necesitaban. Si se trataba de un estudiante, le construía una habitación espaciosa para poder colocar todos sus libros sin que le molestasen, con una gran ventana donde el sol pudiera proporcionarle la luz suficiente para poder estudiar sin gastar dinero en luz. Si se tratase de un artista le proporcionaría grandes ventanales para que le permitiera ver el mundo que le rodease y que se inspirase. Si era una persona introvertida, le entregaba una habitación más pequeña en la que se sintiese más a gusto consigo mismo. Cada una de las demandas las estudiaba con mucha profundidad y reflexionaba sobre las cosas más lógicas que pudieran tener, nada fallaba en sus reflexiones y ningún cabo se quedaba suelto.
Pero esa vez, antes de entregar la habitación que había preparado para uno de sus múltiples clientes, se encontró con algo que la sacó de sus casillas. Su habitación había sido destrozada, todos los muebles que había colocado estaban de un lado a otro sin orden ni control, uno de sus pilares maestros estaba lleno de golpes y de manchas y en la pared había pintado un enorme corazón de color rosa y otro más grande de color rojo.
¡No podía ser! Toda su obra destrozada a menos de unas horas para ser entregada. Vio, entonces, en el suelo, sentado aún terminando de pintar con sus manos corazones más pequeños, al culpable de toda esa algarabía.
¡Otra vez ese maldito niño! Siempre entraba en todas las habitaciones que hacía y se las destrozaba. Cupido, ese niño revoltoso e impertinente que se les escapaba a todos de las manos para dejarlo todo patas arriba y que siempre se le escapaba. Pero esta vez no, le había pillado con las manos en la masa y no pensaba pasárselo ni una vez más.
Lo tomó de su camiseta y lo levantó asustándole en el acto, lo mantuvo en alto mientras el pequeño pataleaba y sus rizados cabellos se movían de un lado a otro al son de los movimientos de su cabeza. Pero Razón no se inmutó, era inflexible y ella siempre tenía la última palabra. Se mantuvo en sus treces y dijo:
- —Te he pillado, Cupido. No trates de huir porque no lo vas a lograr.
El niño pareció comprenderlo y se resignó a ser reñido, pero aún así no soltó las pinturas de su mano y miró a Razón con unos ojos llenos de inocencia:
- —No me mires con esa cara que no te la crees ni tú—siguió diciendo ella—. Ahora mismo vas a arreglar todo este estropicio y no vas a poder librarte.
- —Pero Razón—trató de explicarse el niño—, yo soy quería ayudarte. Antes era muy aburrida esta habitación, ¿no te parece que está mucho mejor así?
Razón miró a su alrededor. Claramente ese niño estaba mal de la cabeza. ¿Cómo iba a estar bien eso así? Estaba todo destrozado, sin armonía, desordenado, caótico. Algo así era peligroso, su clienta estaría en peligro de hacerse daño o incluso de sufrir un shock ante tal caos por no saber cómo volverlo todo a la normalidad, incluso ese desorden podría hacerle llorar de frustración. ¿Quién querría algo así?
- —¿Cómo va a ser más bonito así? Esto no sirve para nada, ¿cómo va a trabajar o vivir alguien con un desorden de tal calibre?
- —¿No te gustan las paredes, Razón?—preguntó él tratándola de hacer entender—¿Han quedado mal?
Ella miró a su alrededor. No podía negar que sin contar el desastre que había preparado, la habitación estaba muy bien decorada, era muy bonita. Pero aún así, ¿para qué servía que fuera bonito? No le encontraba ninguna utilidad a tener la habitación así.
- —¿Me quieres explicar para qué narices querrá mi clienta tener la habitación así? No le sirve para trabajar, ni para dormir o comer, sólo está ahí adornando sin servir para nada. Es estúpido y no tiene ningún sentido para mí.
- —Pero Razón…—comenzó a decir Cupido desesperado.
- —No tienes excusas—finalizó ella sin dejarse amilanar por los desmanes de ese niño manipulador—¡Arréglalo!
Ya le había soltado y le había colocado en la mano una brocha blanca para que tapara todo lo que había hecho cuando de repente su clienta llegó. Razón enmudeció por lo que iba a pasar a continuación. Se la iba a cargar. Sin embargo, no fue eso lo que ocurrió:
- —¿Está es mi habitación?—preguntó ella con una sonrisa.
- —Eh… no de verdad. Lo que pasó fue…—intentó hablar Razón, pero fue interrumpida.
- —¡Me encanta!—exclamó la chica emocionada tocando las paredes—. Estos corazones son preciosos, es mucho mejor de lo que hubiera querido.
- —P-pero, ¿no ves qué están desordenada y os podéis hacer daño?—preguntaba Razón anonadada—. Está habitación está hecha un caos.
- —¡Está preciosa decorada!—exclamó ella emocionada—. Muchas gracias.
Razón se quedó totalmente paralizada. ¿Cómo le podía gustar eso? Pero al ver que su clienta estaba muy emocionada y no prestaba oídos a ninguna de sus advertencias acerca de la realidad, decidió marcharse confusa.
De pronto, vio que Cupido la seguía, no parecía victorioso pero sí muy contento, por lo que decidió saber qué estaba pasando:
- —Todo esto es absurdo, Cupido, ¿pero no ve que es un error? ¿No ve que puede hacerse daño? ¿Que no es lógico?
- —No es lógico, Razón—fue lo único que Cupido le dijo antes de añadir—. Se llama amor
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Bueno eso es todo, para mí Cupido es como un niño revoltoso, que entra en tu vida sin avisar y sin que lo esperes, que siempre está desordenando tu vida sin ninguna mala intención, pero que sus desórdenes pueden llegar a hacer más daño del que pretende. No concibo nada más puro, imprevisible e inocente que un niño pequeño y es así como yo veo el amor. Un quebradero de cabeza constante para nuestra razón, que la nubla y la confunde siempre.
Espero que os haya gustado. ¡Nos leemos!
¡Qué bonito Cris! Fíjate que ahora me has dado más ánimo con mi relato...Porque quizás no sea muy "creativo" pero si muestra cómo veo yo el amor...Y con eso me basta... Gracias por este relato tan bonito...Valió la pena la espera =)
ResponderEliminarEs una fabula muy bonita, me ha gustado leerla, y que rico que hayas regresado con un buen ejercicio para este mes, espero seguir leyendote ^^
ResponderEliminarMe ha encantado la forma tan creativa de hacer este símil del amor. Y tu cupido como la vida misma caprichoso a mas no poder. En mi humilde opinión de lectora GENIAL
ResponderEliminarqué bonito!! te ha quedado una metáfora fantástica!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el relato. Sobre todo esas frases finales ^-^
ResponderEliminar¡un saludo!
Lo que más me ha gustado ha sido tu explicación de cómo ves a Cupido jejeje. El texto esta interesante tambien, pero lo he encontrado muy repetitivo.
ResponderEliminar;) un saludoo
Que hermosa metáfora, muy conmovedora, y lo más gracioso es ver al inocente y desordenado cupido siempre detrás de la metódica razón... :-D felicidades.
ResponderEliminarJajaja, pobre razón, ¿pero sabes que me encanta?, cuando razón y amor trabajan juntos, porque si se puede :)
ResponderEliminarMe gusto tu relato, se me hizo muy bonito <3 bien hecho :)
Realmente precioso!!
ResponderEliminarCupido pudo con Razón y la razón es muy tirana cuando el que quiere hablar es el corazón!!
El amor es así totalmente, te da vuelta la vida y te saca de los esquemas que ya tenías establecidos!!
Felicitaciones!!
Un placer leerte!!
besos!!
Una fábula, que explica con mucha aproximación lo que le hace el amor a al corazón, esa habitación que unos momentos antes era casi perfecta, pero que, gracias a la incursión de cupido, se vuelve un caos.
ResponderEliminarMuy bien narrada, felicitaciones: Doña Ku
Curiosa y original :)Gracias por compartir
ResponderEliminarPues la historia es genial. Muy original el personaje del Hada Razón, y muy bonito el significado que se extrae, así como tu nota apié de historia, que me ha encantado. Un beso!
ResponderEliminarBello relato, la lucha entre el amor y la razón que nos sucede tanto.
ResponderEliminarBesito
buen relato, sobre todo original
ResponderEliminarun abrazo
Me ha encantado sobre todo al final.. ¿Donde encuentro a Razón? que quiero que decore mi cuarto :D.
ResponderEliminarHermoso relato.
Besos :)
Me llaman la atención lo Cupidos desordenados, traviesos por así decirlo, es un relato muy bueno, felicidades.
ResponderEliminarSaludos
¡Qué precioso relato! *-* Me he enamorado totalmente de la metáfora, de la forma en que decidiste darle el paso abierto a esta hermosa creación. Me agradó tanto la pelea y cómo nos cegamos cuando llega el desorden de cupido *-*! Lindisimo!!! >w<!
ResponderEliminar¡¡Me encantó!! La persona que se deja guiar por Cupido (por el amor) que es contrario a la Razón, me cae simpática :P Pero aiins, quién no quisiera que ambos trabajasen juntos. Y sin embargo, cuando el Amor entra por la puerta, la Razón se desvanece... Un relato muy bonito y entretenido ;) No esperaba que fuera así de "educativo" cuando leí al principio "hada" xD un beso. -bess-
ResponderEliminarMe ha encantadooo!!! Me gusto mucho la forma en que planteaste esa discusión entre la razón y el amor. Como la rzón siempre se la pasa advirtiendonos y como no le queremos escuchar, escandilados con la belleza del momento :) muy entretenido.
ResponderEliminarBesos!
Hola! Me gusta la alegoría que creas entre Amor y Razón. Toldos sabemos que tienes razón... Pero seguimos dando preferencia al amor!! Jajaja!! Vaya incongruencia!!
ResponderEliminarUn saludo!
Es un mito fabuloso. Jamás habría concebido esa imagen de la "pelea" entre el amor y la razón, y el papel que juegan en nuestras vidas. Es genial. Me encantan este tipo de relatos sencillos que cuentan una historia genial sin necesidad de excesiva retórica. O incluso podrías haberla dejado con menos lirismo aún. Las buenas historias no necesitan compleja escritura.
ResponderEliminarUn saludo!