... Entonces apareciste tú, me tendiste la mano y gritaste... ¡No saltes, por favor!
Pero tarde era... mi alma quería descansar en paz... ¡No llores por mí, mi amor! Nada es culpa tuya...
Una última sonrisa y un último beso en el aire... después dos pasos al frente y todo oscuridad
Porque esta canción de Tokio Hotel fue, es y será la canción de mi vida... Las 19:20 en medio de una clase de derecho laboral y parece que yo no tengo nada mejor que hacer...
No hay comentarios:
Publicar un comentario