jueves, 27 de diciembre de 2012

Anastasia bajo el agua


¡Hola a todos! Mucho tiempo sin publicar nada y ya era hora de hacerlo. El proyecto de este mes consiste en tomar un título propuesto por otro compañero y desarrollar un relato a partir de él. Le agradezco a Maga Delin por el suyo.
¡Espero que os guste!

El rugido de la desesperada masa de espectadores llegó a sus oídos. Era un sonido que, aunque, en ocasiones, le arriesgaba a perder el sentido del oído cada vez que se acercaba demasiado a ellos, nunca se cansaba de él. Era como una droga de la cual necesitaba más y más:
-          ¡No os oigo!los alentaba más y éstos le respondían desgañitándose.

De pronto, con el rabillo del ojo, vio a su asistente en escenario acercándose con su guitarra acústica en mano. Él la tomó entre sus manos con sumo cuidado y se pasó la banda por detrás de su cabeza ajustándola a su pequeño cuerpo.

Un solo foco invadió el espacio que él ocupaba, quedando a oscuras todo lo demás. Todo a su alrededor quedó en silencio, sabían a qué se anticipaban y él sonrió al ver lo eficientes que eran sus fans con su lista de canciones.

Hizo vibrar las cuerdas de su guitarra, probando que ésta respondiese a su ruego y miró a su público. Sonrió con dulzura, antes de comenzar los primeros acordes de la canción más lenta y desgarradora de su discografía.

Sólo el sonido acústico de su guitarra llenaba el lugar, arrojando un eco lastimero que contagiaba a los espectadores. Pronto, su voz grave y rasgada la acompañó, entonando la letra de su más conocida canción, elevando la frecuencia en los tonos más desesperados y agravando la voz cuando la letra se volvía más oscura.

Sentado en un largo taburete, se enfrentaba él solo a aquella masa, la cual ni pestañeaba ante su imagen. Eran su voz y su guitarra sin arreglar, sin edulcorar, como la primera vez que se enfrentó a un directo ya muchos años atrás. Adoraba esa sensación y esa canción, por ello siempre se enfrentaba con ella sin nada que le asistiera en el escenario más que su micrófono y su más preciado instrumento.

Entonces el estribillo llegó y no pudo evitarlo, derramó unas lágrimas que nunca era capaz de mantener a raya. Echó la cabeza hacia atrás mientras tocaba el solo acústico sin su voz, pero no pudo evitar que las pantallas del escenario captasen aquellas repentinas lágrimas. El público también lloraba porque sabían lo que aquella canción significaba para él.

Él volvió a tomar el micrófono con una de sus manos y entonó el trágico estribillo que terminó de enmudecer la sala. Miró a todas partes donde había audiencia, podía ver rostros enjugados en lágrimas, rostros serios concentrados e incluso ojos cerrados en las primeras filas. Él también cerró los ojos mientras su voz llenaba el lugar, la sensación era increíble así.

Finalizó la canción dejando que su voz se explayara sin ayuda de instrumento alguno. Era consciente que era admirado por la potente fuerza de su voz y no decepcionaría a aquellos que allí le escuchaban.  

Los aplausos no se hicieron esperar. Empezaron más rezagados hasta que se convirtió en un estruendo uniforme y perfectamente acorde. Él sonrió y las lanzó un gran beso al aire mientras trataba de recuperarse de la emoción.

Aquella canción era su gran éxito, el motivo de su reconocimiento musical y fama. Pero por otro lado, era una canción que le provocaba un profundo pesar y deseaba cada día que se levantaba nunca haberla escrito.
Notó cómo volvía a sentir aquel ardor característico en los ojos que precedían a las lágrimas. Aquellas lágrimas nunca eran de emoción como otras veces, eran de simple y profunda desazón.

Lanzó un besó al aire mientras pensaba en ella, la mujer más importante de su vida y protagonista de aquella trágica canción: su madre.

Todas aquellas personas conocían la nefasta muerte de su madre, intentando salvarle de morir ahogado por un fuerte temporal en el mar. Pero nadie sabía nada acerca de lo que vivió a partir de ese momento, lo que él sufrió y en cómo le convirtió en la persona introvertida y paranoica que era.
Por eso, esa canción era para ella. “Anastasia bajo el agua”, su canción maldita, era el reflejo de todo el amor y la nostalgia que sentía cuando pensaba en ella y su cariño.
-         ¡Muchas gracias, Londres! Nos veremos dentro de quinientos años ¡Buenas noches!

Con su típica frase de despedida, provocando un gran revuelo entre el público, se marchó mientras lanzaba su camiseta al vacío y un largo beso que conmocionó a todos, dejando al resto de su banda despedirse con el habitual elenco de solos instrumentales que siempre regalaban a sus seguidores como traca final.

FIN. Ha sido realmente todo un reto escribir sobre este título. Desde el principio me pareció el título de una canción por esa forma tan escueta y extraña que tiene, así que opté por seguir ese camino. Me ha costado sudor y lágrimas poder hacer algo que me pareciera decente y lo que aquí publico me parece que está dentro de mis expectativas de publicación.

Esa frase de despedida la dijo un cantante de una orquesta que tocó en mi ciudad cuando era una niña y me llamó tanto la atención que decidí introducirla en el relato. Siempre me pareció de lo más curiosa.
Espero que os haya gustado. ¡Un besazo!